Dios creó al ser humano a su imagen; lo creó a imagen de Dios. Hombre y
mujer los creó. Génesis 1:27
En un
pasado no tan distante, las niñas acostumbraban a jugar con unas clásicas
muñecas y juegos de té. Dichos juegos imitaban los papeles tradicionales que la
mujer desempeñaba en el hogar. Ahora, existe un nuevo enfoque con respecto a
esas actividades tradicionales que, según algunos, tienden a “encasillar” a las
niñas en un modelo que se considera no le corresponde a la mujer moderna.
Llevados por dicha tendencia, muchos padres adquieren juguetes del tipo unisex
para sus hijas. Incluso algunos las llevan a incursionar en el mundo de los
entretenimientos para varones, pensando que quizá eso las colocará en una
condición de igualdad.
Y yo me
pregunto: ¿será acaso necesario criar a las niñas como varones para que en el
futuro puedan exigir respeto e igualdad? Creo que no. Ese no es el camino para
que una mujer llegue a ser exitosa. Las niñas deben ser criadas dentro de los
márgenes propios de su género, recordando que son creación de Dios y que ese
solo hecho las hace especiales y únicas. De ese modo aprenderán a apreciar su
sexo. Asimismo, al observar a su madre, y al distinguir los valores masculinos
cuando observan a su padre, aprenderán a distinguir las cualidades de cada uno
de ellos. Una madre segura de si misma y satisfecha con su rol femenino
ejercerá una influencia poderosa y positiva en la vida de sus hijas.
Hoy es un buen
día para preparar a nuestras hijas para enfrentar las luchas de la vida, y para
el goce de la vida eterna en el reino de los cielos. No nos confundamos con
algunas voces contemporáneas, roguemos más bien a Dios para que estemos en
capacidad de escuchar su voz, y que al ser guiadas por ella, seamos un positivo
instrumento en la dirección que demos a nuestras hijas.
Querida
hermana, toda la ayuda divina está a nuestra disposición. Dios nos observa con
amor y comprensión; él está listo a escuchar nuestras oraciones y a prestarnos
la ayuda que necesitamos. Él conoce las cargas que pesan sobre el corazón de
toda madre y de toda hija. Asimismo, es el mejor amigo de ellas en todo
momento.
Sus brazos
reciben a la madre fiel y a la hija temerosa de Dios.
Tomado de Meditaciones Matutinas para la
mujer
“Aliento para cada día”
Por Erna Alvarado
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