domingo, 1 de diciembre de 2013

¿ATRAPADAS EN EL CONSUMISMO?

Portada Mujeres
Quien ama el dinero, de dinero no se sacia. 
Quien ama las riquezas nunca tiene suficiente. 
¡También esto es absurdo! 
Donde abundan los bienes, sobra quien se los gaste; 
¿y qué saca de esto su dueño, aparte de contemplarlos? Eclesiastés 5:10-11

Para muchas mujeres, salir de compras se ha convertido en su pasatiempo favorito. Hay gente que incluso asegura que la mejor terapia para una mujer enojada es salir de tiendas y comprar compulsivamente. Hasta los niños se curan de una rabieta cuando el papá o la mamá les prometen que les comprarán algo. Una marcada tendencia de la sociedad actual es propiciar el consumismo, algo que nos lleva a pensar que incluso las necesidades emocionales y espirituales pueden satisfacerse mediante la adquisición de bienes. La publicidad manipuladora nos dice que debemos aspirar al mejor automóvil, al refrigerador más grande, a los muebles más sofisticados, a la casa más cara… pero lo cierto es que eso nos lleva a desear y a comprar cosas que probablemente no necesitamos. Todo se ha vuelto prácticamente desechable y cualquier artículo que haya salido al mercado hace más de dos años ya se considera viejo y obsoleto.

El consumismo se ha constituido en una trampa sutil, ante la cual podemos sucumbir muy fácilmente. Las ofertas del mercado suelen ser sumamente atractivas, hasta el punto que algunas personas incurren en un endeudamiento crónico a fin de adquirir bienes que consideran una "ganga". ¿Quién dejaría pasar una oportunidad semejante? Recordemos que los recursos monetarios que poseemos, ya sean muchos o pocos, provienen de la mano de nuestro Dios con el fin de que nuestras necesidades materiales sean satisfechas, y no para que los despilfarremos en forma irresponsable.

Fue en el taller· de carpintería de su padre donde el niño Jesús aprendió el valor de los bienes materiales. Dios podría haber permitido que su Hijo naciera en un palacio, rodeado de lujos; sin embargo, eligió que naciera en el hogar de María y José; un hogar modesto donde los recursos que se generaban apenas eran suficientes para atender las necesidades básicas de la familia.

Recuerda, querida amiga, que el consumismo tiene un extraordinario poder de seducción, así que, si hoy te sientes tentada a hacer un uso indebido de los recursos financieros que Dios te ha dado para administrar, no olvides que él mismo te dice: "Mía es la plata, y mío es el oro" (Hageo 2: 8). Gasta tus recursos con prudencia y de una manera que honre a Dios.

Meditaciones Matutinas para la mujer
“Aliento para cada día”
Por Erna Alvarado

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