domingo, 1 de diciembre de 2013

OBEDIENTES A LA VISIÓN CELESTIAL - 1

Portada Jovenes
En el viaje sucedió que, al acercarse a Damasco, 
una luz del cielo relampagueó de repente a su alrededor.
Él cayó al suelo y oyó una voz que le decía: 
"Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?"
(Hechos 9: 3, 4).

La historia de la conversión de Saulo es uno de los acontecimientos más importantes de la historia de la iglesia cristiana. En el libro de Hechos se narra tres veces (capítulos 9, 22, 26) y Pablo se refiere a ella en cuatro de sus epístolas (Gálatas 1: 11-17; Filipenses 3: 4-17; 1 Corintios 15 y 1 Timoteo 1: 12-17). La forma en que está narrada y el impacto que causó en la vida de uno de los hombres más importantes del Nuevo Testamento, nos obligan a dedicarle especial atención y contemplarla por lo menos desde tres perspectivas:

1. Como la historia de una conquista en la que Jesús derrota a su enemigo.

2. Como una historia de conversión en la que Jesús transforma a un enemigo en un aliado.

3. Como la historia de un llamamiento o comisión en la que Jesús elige a un emisario para predicar su evangelio.

Hoy quiero concentrarme brevemente en la primera de las perspectivas.

Pablo era enemigo del evangelio y deseaba destruir la iglesia. Dios le enseñó, sin embargo, que todo ataque contra la iglesia lo es contra él mismo. Las iglesias cristianas que se encontraban en lugares como Corinto y Roma (o tu propia ciudad hoy) son el cuerpo de Cristo (1 Corintios 12, Romanos 12). La iglesia es la novia de Cristo, con quien es un solo cuerpo, y al Novio celestial le interesa mucho su iglesia. Bendice a esta gente y bendices a Jesús. Lástima a esta gente y, desde su punto de vista, lo lastimas a él. Por eso deberíamos cuidamos de no despreciar a la iglesia, porque es un acto que el Señor tomará muy personalmente. Ahora bien, si amas, atesoras y cuidas a la iglesia, en realidad es algo que estás haciendo por él. Jesús resucitado aceptará tu trato para con la iglesia como tu servicio especial para él. Además, Dios está presto a proteger a su iglesia. Por eso hirió a Pablo con ceguera y luego al mago judío Barjesús (lee Hechos 13: 6-11). En la Biblia, el castigo es acorde al pecado; la ceguera espiritual es castigada con ceguera física. Por eso Dios hirió con oscuridad a Egipto y herirá con oscuridad a la Babilonia mística del tiempo del fin (Apocalípsis 16:10).

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