Lugar: Alemania
Palabra de Dios: Proverbios 26:11
Un
oficial de policía llegó al sitio del accidente. Un Honda Accord había chocado
a un Toyota que estaba cerca. Nadie se había lastimado.
-¿Qué pasó
aquí? -preguntó el policía.
El dueño del
Honda parecía un poco avergonzado, al responder:
- Mi hijo de
tres años decidió manejar.
El hombre
explicó que su hijo debió haber usado una escalera, para subirse y tomar las
llaves del auto. Luego, logró arrancar el auto y lo estrelló contra el Toyota.
El accidente provocó daños estimados en 5.000 euros (unos 5.750 dólares).
Cuando los
periodistas oyeron esto, quisieron armar una historia con el accidente. Quizá
querían advertir a los padres que no dejaran las llaves en cualquier parte en
la casa. Cuatro días más tarde, llegó el equipo de televisión, listo para
reconstruir lo que había ocurrido.
Sentando al
niño en el asiento del conductor, le dieron las llaves.
-Quédate allí
– le indicaron.
El papá del
niño estaba con los camarógrafos, mirando cómo el periodista hablaba. Pero, no
estaban preparados para lo que ocurrió a continuación: el niño, cansado de
estar sentado, quieto, puso la llave en el contacto del auto, encendió el motor
y manejó derecho al auto estacionado frente a él.
Cuando
llamaron para informar del accidente, el policía que los atendió debió haber
sacudido la cabeza. ¿Por qué le darían las llaves al niño? ¿No habían aprendido
la lección, después de la primera vez? El libro de Proverbios dice: “Como
vuelve el perro a su vómito, así el necio insiste en su necedad”. Volver a su
vómito, ¡eso es asqueroso! Pero ¿cuántas veces hemos lamentado algo que
hicimos, solo para volver a cometer el mismo error otra vez? No te permitas
chocar una y otra vez. Pide a Dios que te ayude a aprender de tus errores.
Lecturas Devocionales para Menores
En algún lugar del Mundo
Por Helen Lee
Robinson
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