Lugar: Filipinas
Palabra de Dios: Efesios 6:1
Juan lanzó su
pelota azul, de goma, al aire, miró como rebotaba en el cielorraso y la atrapó
cuando descendía.
-Por favor, no
juegues con eso en la casa -le dijo su mamá, mientras se dirigía hacia la
cocina para ayudar a la tía con la cena.
El chico se
sentó por un momento, y miró el enorme acuario que había en un rincón de la
sala. Miró cómo nadaban los peces de un lado para el otro. La pecera tenía tres
peces grandes, uno blanco con manchas grises y dos anaranjado brillante.
También, contó diez peces más pequeños, de color azul, verde y amarillo,
nadando y escondiéndose detrás de las plantas plásticas.
Luego de
algunos minutos, Juan nuevamente estaba aburrido. Comenzó, entonces, a tirar la
pelota contra el piso, solo para recordar que su mamá le había dicho que no
juga a con ella dentro de la casa.
Se detuvo un
momento. Luego, pensó: “Si la tiro una vez, no va a pasar nada”; y arrojó la
pelota al aire.
Debió haberla
tirado más fuerte que antes, porque rebotó con más fuerza en el techo. Cuando
la pelota caía, Juan se estiró para capturarla, pero erró. La pelota rebotó en
el piso, pasó al lado de sus dedos extendidos y golpeó el cielorraso
nuevamente.
-No -dijo
Juan, en voz alta.
Con horror,
vio cómo la pelota se dirigía al acuario. Luego, oyó el sonido de vidrio que se
rompía, seguido por doscientos litros de agua que caían sobre el piso de
madera. Las piedrecitas que cubrían el fondo de la pecera cayeron al suelo con
un golpe, y rebotaron en todas direcciones. Los peces comenzaron a saltar por
todas partes.
La mamá y la
tía de Juan corrieron a atrapar los peces resbalosos y a meterlos en un balde
con agua. Había mucho vidrio y agua para limpiar. ¡La sala era un lío tremendo!
Juan descubrió, de una manera difícil, que obedecer a su mamá y a su papá era
una buena idea. Pero, nosotros podemos aprender de su error. La Biblia dice:
“Hijos, obedezcan en el Señor a sus padres, porque esto es justo”.
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