martes, 3 de diciembre de 2013

OBEDIENTES A LA VISIÓN CELESTIAL - 3

Portada Jovenes

Ananías respondió: “Señor, 
he oído hablar mucho de ese hombre 
y de todo el mal
que ha causado a tus santos en Jerusalén” 
(Hechos 9:13).

La historia de la conversión de Pablo tiene una tercera lección para nosotros. Cuando Dios nos llama, quiere que venzamos nuestros prejuicios.

Los prejuicios tienen su origen y su poder en la ignorancia. Solo podemos ver el exterior de una persona, pero no sus luchas. Tampoco podemos ver sus motivos. Solamente la juzgamos por las apariencias. La única manera de superar los prejuicios es obtener una visión de la otra persona a través de los ojos de Jesucristo.

Dios conocía perfectamente a Saulo y decidió revelar a Ananías varias de esas cosas para ayudarlo a vencer sus prejuicios. Te invito a leer Hechos 9:11-16. Luego haz una lista de las cosas que Dios conocía sobre Saulo. Sabía su nombre y su lugar de nacimiento. Conocía al dueño de la casa donde se encontraba, Judas, y la dirección exacta, la calle llamada Derecha.

También sabía lo que estaba haciendo en ese preciso momento, orar, y lo que acaba de ver en visión: que Ananías se presentaría y le pondría las manos encima para que recuperara su vista. Dios también conocía el futuro de Pablo.

Alguna vez oí que hay aproximadamente tantas estrellas en el universo como granos de arena en todas las playas del mundo. Cuando supe de esa estimación me quedé atónito.

¡Nuestro Sol es como un grano de arena más de todos los que hay en nuestro planeta! Sin embargo, Dios sabe en este preciso momento quién soy, dónde estoy, qué he visto, qué hago y cuál es mi futuro. Nada lo puede tomar por sorpresa. En sus manos estoy totalmente seguro.

Ananías venció sus prejuicios y obedeció al Señor. Dios también pidió a Pablo que venciera los suyos. Pidió a ese fariseo de fariseos, que se enorgullecía de su raza, de sus orígenes y de la condición única del pueblo de Israel como el pueblo de Dios (lee Filipenses 3:4-6), que predicara el evangelio a los despreciados gentiles.

Pablo fue alumno de Gamaliel, un fariseo muy prominente del judaísmo del siglo primero.

La Misná (Sotá IX, 15) dice que cuando Gamaliel murió, la gloria de la ley cesó y la pureza y la abstinencia murieron. Uno pensaría que con estas credenciales Pablo enseñaría el evangelio a la élite de Jerusalén, pero Dios tenía otros planes. Permite que los tuyos se sujeten hoy al cronograma de Dios.

Lecturas Devocionales para Jóvenes
¿Sabías qué..? Relatos y anécdotas para jóvenes
Por Félix Cortez

No hay comentarios.:

Publicar un comentario