No te maravilles de que te
dije: Os es necesario nacer de nuevo. Juan 3:7.
Como una posesión comprada por Dios, estamos
bajo el compromiso de obrar como Cristo obró en su servicio divino; no según
nuestras inclinaciones naturales, sino en armonía con el Espíritu de Dios. Pero
cuando el evangelio encuentra a la persona, su vida está llena de pecado. Al
ceder a la tentación, debilita su poder para obedecer. Su corazón es
“engañoso... más que todas las cosas, y perverso” (Jeremías 17:9). Están
muertos en transgresiones y pecados, y en su propia fuerza no pueden hacer el
bien.
Para servir a Dios aceptablemente, debemos
“nacer de nuevo”. Nuestras disposiciones naturales, que se oponen al Espíritu
de Dios, deben ser eliminadas. Debemos ser hechos hombres y mujeres nuevos en
Cristo Jesús. Nuestra vida vieja de siempre debe dar lugar a una vida nueva:
una vida llena de amor, confianza, obediencia voluntaria... A menos que ocurra
el cambio, no podemos servir bien a Dios. Nuestro trabajo será defectuoso. Se
introducirán planes terrenales; se ofrecerá fuego extraño que deshonra a Dios.
Nuestra vida será impía e infeliz, llena de inquietud y de problemas...
Cristo vino a nuestro mundo porque vio que
habíamos perdido la imagen y la naturaleza de Dios. Vio que nos habíamos
apartado lejos del camino de la paz y la pureza, y que si éramos dejados solos
no encontraríamos jamás nuestro camino de regreso. Vino con una salvación plena
y completa, a cambiar nuestros corazones de piedra por corazones de carne; a
cambiar nuestra naturaleza divina a su semejanza, para que al ser partícipes de
la naturaleza divina, podamos ser hechos idóneos para las cortes celestiales...
A todos los que –ansiosos por la salvación
de sus almas– vienen a Cristo por ayuda les dice, como le dijo a Nicodemo: “El
que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios”. Está tocando a la
puerta de su corazón, y pide entrar. Anhela renovar su corazón, llenándolo de
amor por todo lo puro y lo verdadero. Él anhela crucificar su yo, y elevarlo a
usted a la novedad de vida en él.
Nicodemo se convirtió, como resultado de su
entrevista con Cristo... No tema rendirse totalmente a Cristo. Colóquese sin
reservas bajo su control. Aprenda lo que significa cesar de pecar; lo que
significa tener un nuevo corazón, llevar la semejanza divina. Al contemplar a
Cristo, el yo se hundirá en la insignificancia, y usted será cambiado, “de
gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor” (2 Corintios
3:18) – Youth’s Instructor, 9 de septiembre de 1897.
Tomado de Meditaciones Matutinas para
adultos 2013
"Desde el corazón"
Por Elena G. de White
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