Jesús ha llegado a ser el que
garantiza un pacto superior. [...] Por eso también puede salvar por completo a
los que por medio de él se acercan a Dios, ya que vive siempre para interceder
por ellos (Hebreos 7:22, 25).
Los gobiernos de todo el mundo tienen el
propósito esencial de proteger los derechos fundamentales de sus ciudadanos. El
segundo párrafo del preámbulo de la Declaración Universal de los Derechos
Humanos, firmada en la Organización de las Naciones Unidas en 1948, enfatiza
cuatro derechos: a la libertad de expresión, a la libertad de conciencia, de no
sufrir necesidad y de no padecer temor. De igual manera, el sacrificio de Jesús
protege los derechos de los seres humanos que entran en un nuevo pacto con Dios
(Hebros 7:22; 8:6).
El nuevo pacto garantiza o promete cuatro
beneficios a los creyentes: Dios (1) pondrá sus leyes en nuestras mentes, (2)
será nuestro Dios, (3) todos lo conocerán y (4) perdonará nuestros pecados
(Jeremías 31:31-34).
No es que el Señor ofrezca las garantías del
nuevo pacto a los seres humanos porque sea su derecho inalienable. De hecho,
los seres humanos renunciaron a ese derecho en el jardín del Edén. Debido a su
victoria en la cruz, Cristo fue nombrado gobernador de un nuevo pueblo de Dios.
Así como cualquier país se beneficia de un buen gobierno, los creyentes se
benefician del gobierno de Cristo Jesús. De igual manera, los creyentes
cosechan los beneficios de la victoria de Jesús. Por lo tanto, cuando Jesús pide
al Padre bendiciones para nosotros, no es un favor. Reclama los beneficios de
su victoria para compartirlos con nosotros. Por eso Hebreos dice que debemos
acercarnos a Dios “confiadamente” (4:16), con “plena seguridad” (10:22).
Podemos dudar de nuestra dignidad para recibir estos beneficios, pero nunca de
la dignidad de Cristo Jesús.
No todos los seres humanos pueden acercarse
con confianza a Dios. Esto es muy importante.
Solamente los seguidores de Cristo se
benefician de las garantías que su reino les proporciona. Esto nos ayuda a
entender un aspecto importante de la vida cristiana. Lo que determina nuestra
elegibilidad para los beneficios del nuevo pacto no es nuestra capacidad para
derrotar a Satanás, puesto que Jesús ya lo derrotó, sino nuestra lealtad. El
asunto crucial no es nuestra fuerza, sino nuestro amor por Jesús; es decir, si
pertenecemos o no a su reino.
Jesús intercede siempre por nosotros. Esa
intercesión permanente es la garantía de nuestra salvación. Acércate hoy al
trono de la gracia para encontrar toda la ayuda que necesitas.
MEDITACIONES MATINALES
JÓVENES 2013
¿SABÍAS QUE…?
Por: Félix H. Cortez
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