Los ojos altivos, el corazón
orgulloso y la lámpara de los malvados son pecado. Los planes bien pensados:
¡pura ganancia! Los planes apresurados: ¡puro fracaso!
Proverbios 21:4-5
En cierta ocasión que Jesucristo hablaba
ante un numeroso auditorio, hizo que sus oyentes reflexionaran al decir:
“Supongamos que alguno de ustedes quiere construir una torre. ¿Acaso no se
sienta primero a calcular el costo, para ver si tiene suficiente dinero para
terminarla? Si echa los cimientos y no puede terminarla, todos los que la vean
comenzarán a burlarse de él” (Lucas 14:28-29). Bien podemos nosotras aplicar
hoy en nuestras vidas ese principio tan práctico.
Dios nos ha creado para que seamos
mayordomos de la vida. Él desea que en el momento apropiado, y utilizando los
recursos que nos ha otorgado, podamos construir una existencia plena que honre
su nombre. El Señor nos presta la vida y nosotras somos las que determinamos
qué haremos con ella mientras dure. Las habilidades personales, la inteligencia,
las características emocionales y el aprovechamiento de las oportunidades, son
las herramientas con que contamos para edificar la vida misma.
El escritor español Lope de Vega una vez
escribió: “Pero la vida es corta: viviendo, todo falta; muriendo, todo sobra”.
Esta reflexión bien la podríamos comparar con el texto bíblico que dice: “Y
todo lo que te venga a la mano, hazlo con todo empeño; porque en el sepulcro,
adonde te diriges, no hay trabajo ni planes ni conocimiento ni sabiduría” (Eclesiastés
9:10).
Haz planes, mide tus fuerzas y avanza. La
“parálisis emocional” llega cuando desconfías de Dios y a la vez dudas de tus
propias capacidades. Se cuentan por miles y millones los hombres y las mujeres
que viven solo el instante inmediato.
Personas que no tienen horizontes ni
montañas que escalar. Simplemente languidecen a la vera del camino; sienten
lástima de sí mismos y se limitan a ver pasar al caminante decidido, al que
sabe adónde va y al que conoce los recursos que posee para llegar a la meta.
Escucha lo que el Señor te dice en su
Palabra: “Solo te pido que tengas mucho valor y firmeza para obedecer toda la
ley que mi siervo Moisés te mandó. No te apartes de ella para nada; solo así
tendrás éxito dondequiera que vayas” (Josue 1:7).
Que la ley y los principios divinos sean el
cimiento de unos planes bien organizados.
LECTURAS DEVOCIONALES PARA LA MUJER
ALIENTO PARA CADA DÍA
Por
Erna Alvarado
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