sábado, 7 de septiembre de 2013

NUNCA MIRE HACIA ATRÁS


Prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús. 
Filipenses 3:14.

Eliseo inmediatamente dejó todo para comenzar su ministerio. Su partida no fue con lamentación ni remordimientos amargos. Hicieron una fiesta en su casa, en celebración del honor conferido a uno de la familia. ¿Y cuál fue la primera tarea de Eliseo? Encargarse de las cosas pequeñas y hacerlas con vigor. Era el asistente personal del profeta. Se menciona que derramaba agua en las manos de Elías, su señor.

Después de que Eliseo había servido al profeta por algún tiempo, fue llamado a ocupar su lugar de primera importancia. Nadie en su tiempo sería superior a él. Había trabajado bajo Elías como un aprendiz, y llegó el momento en que el jefe principal fue quitado y su subalterno tomó su posición al frente. Y al igual que Elías estaba preparado a fi n de ser trasladado, Eliseo estaba preparado para convertirse en su sucesor, como un profeta...

Había una escuela de los profetas en Gilgal, Betel y Jericó. Elías deseaba visitar estos lugares importantes antes de partir. Su espíritu se alegró cuando, dirigido por Dios, se le permitió ver las escuelas de los profetas y la obra que se efectuaba en esas instituciones: una educación que mantenía continuamente ante los estudiantes las maravillosas obras de Dios, y que magnificaba la Ley de Dios y la honraba...

En cada ocasión en que Elías pidió a Eliseo que quedara en un lugar, este tuvo la oportunidad de separarse del profeta. “Te ruego que te quedes aquí”, le dijo Elías. Así fue probada la fe de Eliseo vez tras vez. Pero cuando araba en el campo, Eliseo había aprendido a no rendirse al desánimo. Ahora había colocado su mano sobre el arado en otra obra, y no fracasaría ni se desanimaría. Cada vez que se le dio la invitación para volverse, declaró: “Vive Jehová, y vive tu alma, que no te dejaré” (2 Reyes 2:6)...

De ahí en adelante, Eliseo tomó el lugar de Elías... El requisito mayor para cualquier persona en un cargo de confianza es la obediencia implícita a la Palabra de Dios... Eliseo había puesto su mano en el arado, y no miraría hacia atrás. Reveló su determinación y su firme dependencia de Dios.

Debemos estudiar cuidadosamente esta lección. No debemos apartarnos en ningún caso de nuestra lealtad... La Palabra de Dios ha de ser nuestra consejera. Dios solo escogerá a quienes le rinden una obediencia perfecta y concienzuda – Youth’s Instructor, 28 de abril de 1898.

Tomado de  Meditaciones Matutinas para adultos 2013
"Desde el corazón"
Por Elena G. de White

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