El Señor les dijo a Moisés y a
Aarón: “Por no haber confiado en mí, ni haber reconocido mi santidad en
presencia de los israelitas, no serán ustedes los que lleven a esta comunidad a
la tierra que les he dado” (Números 20:12).
Dios nos pide que perdonemos a otros por el
daño que nos han hecho, pero nunca nos ha pedido que lo toleremos todo.
Perdonar y tolerar no son lo mismo. Si tú y yo perdonamos, sanaremos de
nuestras heridas emocionales y podremos mirar hacia el futuro con la confianza
de crecer y prosperar; pero nada de esto podremos garantizar si toleramos el
mal.
Lewis B. Smedes cuenta en su libro Perdonar
y olvidar la historia del doctor Harry Den Best, cirujano principal del
Departamento de Cardiología del prestigioso equipo de cirujanos del Atlantic
Medical Center. El programa de residencia en cirugía de ese hospital es el más
importante de la costa este de los Estados Unidos y, por lo tanto, extremadamente
exigente.
Se toleran pocos errores. Hay uno, sin
embargo, que Den Best nunca tolera. Un interno o cirujano residente no puede
iniciar un procedimiento sin consultarlo primero con él.
Fred Bush era un médico interno brillante
pero muy soberbio. Cierta noche uno de los pacientes en terapia intensiva tuvo
una recaída doce horas después de una operación. Había que hacer algo, pero
eran las dos de la mañana y Bush sabía que Den Best estaría en la sala de
operaciones a las cinco de la mañana, así que decidió proseguir sin su
autorización.
Llevó al paciente al quirófano y resolvió
brillantemente el asunto. Diez minutos después de que Den Best llegara al
hospital esa mañana la carrera de Bush como cirujano terminó abruptamente. Den
Best podía estar dispuesto a perdonar personalmente a Bush por su error de
juicio, pero no podía tolerar su acción, entre otras cosas, por el bien de
otros.
Aunque Dios perdonó a Moisés, no toleró su
pecado al golpear la roca. Las acciones y las palabras de Moisés podían hacer
creer al pueblo que era su poder, y no el de Dios, el que había hecho salir
agua de la roca. Esto habría sido catastrófico para Israel, y el Señor, por
amor a su pueblo, no toleró aquella acción. Por más que Moisés rogó. Dios no le
permitió entrar a la tierra prometida. Vence hoy la tentación de tomar para ti
la gloria que solo pertenece a Dios. No olvides que, de lo contrario, podrías
enfrentarte a graves consecuencias eternas para ti y para otros.
MEDITACIONES
MATINALES JÓVENES 2013
¿SABÍAS QUE…?
Por: Félix H. Cortez
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