El que es perseguido por homicidio será un fugitivo hasta la muerte. ¡Que
nadie le brinde su apoyo! (Proverbios 28:17).
El
sentimiento de culpa es mortal. El doctor Vernon Coleman, en su libro How to
Stop Feeling Guilty [Cómo dejar de sentirnos culpables], cuenta el caso de un
joven que pasó una noche de juerga en un bar. Cuando regresaba a su casa,
mareado por la copas, tuvo la sensación de que golpeó algo con su automóvil,
pero no le dio importancia. Al otro día, ya más sobrio, vio que el parachoques
delantero del vehículo estaba dañado. Después leyó en el periódico que un
conductor había golpeado a una anciana, dejándola muerta en el lugar del
accidente.
El
joven se convenció de que había matado a la anciana, pero temiendo las
consecuencias decidió guardar el secreto. Desde ese momento la culpa lo
atormentó y lo hizo sentir miserable. Incluso tuvo alucinaciones. Muchas veces
consideró la conveniencia de confesar lo que había hecho, pero nunca lo hizo.
Unos veinte años más tarde decidió que no podía soportarlo más y se suicidó.
Dejó una nota en la que explicaba que él había sido el conductor que atropelló
a la mujer encontrada aquella noche de hacía veinte años.
La
policía que investigó el caso consultó en los periódicos de la época la
historia de la muerte de la anciana sucedida dos décadas atrás y encontró que
el reportero había cometido un error. La anciana ya había sido atropellada en
el mismo lugar y, por lo tanto, cuando el automóvil del entonces joven borracho
la golpeó, ya estaba muerta. No era culpable. Su sufrimiento y su muerte fueron
en vano. El sentimiento de culpa es mortal.
La
culpa es la percepción de haber hecho algo moralmente incorrecto. Todos los
seres humanos se sienten culpables delante de Dios y muchos nos sentimos
culpables delante de los hombres. Es el dolor universal, es la enfermedad
universal. En realidad, la culpa puede ser un camino para que te acerques al
Señor buscando la paz. Sí, la única solución al problema de la culpa es la
confesión y la seguridad del perdón.
No
guardes nada en tu alma que haga que te sientas culpable. Gracias a Dios, el
alivio al sentimiento de culpa está al alcance de todos. Dios sana el alma
culpable y detiene la carrera contra la muerte. Acepta la sanidad del Señor en
tu corazón. Él puede hacer este milagro.
Lecturas
Devocionales para Jóvenes 2013
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Relatos y anécdotas para jóvenes
Por Félix Cortez
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