El pueblo que está contigo es
mucho para que yo entregue a los madianitas en su mano, no sea que se alabe
Israel contra mí, diciendo: Mi mano me ha salvado. Jueces 7:2.
El valor de Gedeón fue grandemente
fortalecido por las muestras del favor divino que le fueron confiadas. Sin
demora, salió con sus fuerzas para ofrecer batalla a los madianitas. Pero ahora
lo aguardaba otra severa prueba de su fe.
Ante el despliegue del inmenso ejército de
los invasores - que en contraste hacía que los 32 mil hebreos lucieran como un
mero puñado - le llegó la palabra del Señor: “El pueblo que está contigo es
mucho para que yo entregue a los madianitas en su mano, no sea que se alabe
Israel contra mí, diciendo: Mi mano me ha salvado. Ahora, pues, haz pregonar en
oídos del pueblo, diciendo: Quien tema y se estremezca, madrugue y devuélvase
desde el monte de Galaad” (Jueces 7:2, 3)…
A causa de la condición débil de los
ejércitos de Israel en contraste con el número de sus enemigos, Gedeón se había
refrenado de hacer la proclamación usual. Estaba lleno de asombro ante la
declaración de que sus fuerzas eran demasiado grandes. Pero el Señor vio el
orgullo y la incredulidad existente en los corazones de este pueblo. Animados
por las apelaciones conmovedoras de Gedeón se habían alistado gustosamente;
pero cuando vieron la multitud de los madianitas, su valor se disipó…
En vez de sentir que eran demasiados, los
israelitas pensaban que eran muy pocos; pero Gedeón dio la proclamación que el
Señor había prescrito. Con corazón apesadumbrado, vio… cómo se fueron más de
dos tercios del total de su ejército…
Nuevamente la palabra del Señor vino a su
siervo: “Aún es mucho el pueblo; llévalos a las aguas, y allí te los probaré; y
del que yo te diga: Vaya éste contigo, irá contigo; más de cualquiera que yo te
diga: Este no vaya contigo, el tal no irá” (vers. 4)…
Unos pocos tomaron rápidamente un poco de
agua en la mano y la aspiraron mientras seguían moviéndose, pero casi todos se
arrodillaron y bebieron sin apuros de la superficie del agua. Los que tomaron
el agua con la mano fueron apenas trescientos, de entre los diez mil; pero
estos fueron seleccionados, y se permitió a la gran mayoría del ejército que
regresara a su casa.
Aquí vemos los medios sencillos por los que
a menudo se prueba el carácter…
Los hombres seleccionados por Dios eran los
pocos que no permitían que sus propias necesidades impidieran el cumplimiento
de su deber - Signs of the Times, 30 de junio de 1881.
MEDITACIONES
MATINALES PARA ADULTOS 2013
DESDE
EL CORAZÓN
Por:
Elena G. de White
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