Lugar México
Palabra de Dios:
1 Corintios 3:8, 9
Cuando
se estiró para alcanzar algo, repentinamente una ola sacudió el barco. Con una
salpicadura de agua, el tío Craig se cayó al agua, dejando atrás a Katia, de
nueve años, y a Alex, de diez.
-¡Tío
Craig! -gritaron los dos niños, mirando cómo luchaba él con las olas.
Alex
tomó un salvavidas y lo arrojó al agua.
El
tío Craig se balanceaba para arriba y para abajo con las olas, aferrándose del
salvavidas, pero la corriente era demasiado fuerte como para que pudiera nadar
de regreso hasta el bote.
-¿Qué
vamos a hacer? -gimió Katia, viendo cómo su tío se alejaba cada vez más.
Alex
comenzó a hacer sonar la bocina, tratando de llamar la atención de otros
barcos, pero nadie vino en su rescate. A medida que pasaban los minutos, los
niños se daban cuenta de que debían hacer algo.
-De
alguna manera vamos a tener que manejar el bote -dijo Alex, mientras el corazón
le latía muy fuertemente-. Creo que puedo manejar el timón.
Pero,
cuando se sentó en el asiento del capitán, descubrió que era demasiado bajito
como para ver hacia dónde iba.
-Katia,
necesito de tu ayuda -le dijo.
Katia
saltó hacia la parte delantera del bote, y haciendo señas con las manos
indicaba a su hermano hacia dónde ir. Alex guió el bote de acuerdo con estas
señas, y pronto pudieron ayudar a su tío a subir a bordo. Trabajando juntos,
los dos chicos pudieron salvar la vida a su tío.
Dios
nos ha llamado, a cada uno de nosotros, a tomar parte en la obra de compartir
su amor con los demás. Él quiere que ayudemos a salvar a otros de una vida de
pecado. Pero, necesitamos trabajar juntos, así como lo hicieron Katia y Alex.
La Biblia lo dice de la siguiente manera: “El que siembra y el que riega están
al mismo nivel, aunque cada uno será recompensado según su propio trabajo…
nosotros somos colaboradores al servicio de Dios…”
No
intentes hacerlo todo solo. En lugar de ello, trabaja con tus amigos,
familiares y con los miembros de tu iglesia Juntos, con la ayuda de.
LECTURAS DEVOCIONALES
PARA MENORES
EN ALGÚN LUGAR DEL MUNDO
Por: Helen Lee Robinson
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