jueves, 5 de septiembre de 2013

EL LLAMADO DE ELISEO


Y pasando Elías por delante de él, echó sobre él su manto. 1 Reyes 19:19.

Haríamos bien en considerar el caso de Eliseo cuando fue elegido para su trabajo. El profeta Elías estaba por poner fi n a sus labores terrenales; otro había de ser llamado para impulsar la obra que había de hacerse en ese tiempo. En su viaje, Elías fue guiado hacia el norte. Ahora se notaba un marcado cambio de escena respecto de la situación del país poco tiempo antes. En ese entonces, los distritos agrícolas habían quedado sin cultivar; la tierra había estado seca, porque no había caído lluvia ni rocío durante tres años. Ahora todo parecía brotar, como para redimir el tiempo de hambre y de carencia. Las lluvias abundantes habían beneficiado más a la tierra que a los corazones humanos; los campos estaban mejor preparados para el cultivo que los corazones del Israel apóstata.

Por donde mirara Elías, la tierra que veía pertenecía a un hombre; un hombre que no había doblado su rodilla ante Baal y cuyo corazón había permanecido indiviso al servicio de Dios. Aun durante el cautiverio había habido almas que no habían apostatado, y esta familia se incluía entre los siete mil que no habían doblado su rodilla ante Baal. El dueño de esa tierra era Safat. Entre los trabajadores se notaba bastante actividad. Mientras los rebaños disfrutaban de los verdes pastos, las manos ocupadas de sus siervos sembraban la semilla para la cosecha.

La atención de Elías se dirigió a Eliseo, el hijo de Safat, quien con sus siervos araba la tierra con doce yuntas de bueyes... Eliseo había recibido su educación lejos de la ciudad y de la disipación de la corte. Había sido preparado para que adquiriera hábitos de sencillez y de obediencia a sus padres y a Dios...

Eliseo esperó contento, mientras hacía su trabajo con fidelidad. Día tras día, por medio de la obediencia práctica y la gracia divina en la que confiaba, obtuvo rectitud y fuerza de propósito. Al hacer todo lo que podía hacer al cooperar con su padre en el negocio de la familia, estaba sirviendo a Dios.

Cuando el profeta vio a Eliseo y a sus siervos arando con doce yuntas de bueyes, vino al campo de labor, y mientras pasaba se soltó el manto y lo lanzó sobre los hombros de Eliseo. Luego, siguió de largo como si el asunto hubiera concluido. Pero sabía que Eliseo entendía el significado de la acción, y se alejó sin decirle una palabra, para que decidiera si aceptar o rechazar el llamamiento –Youth’s Instructor, 14 de abril de 1898; abril 21 de 1898.

Tomado de  Meditaciones Matutinas para adultos 2013
"Desde el corazón"
Por Elena G. de White

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