A ti clamo, oh Dios, porque tú me respondes;
inclina a mí tu oído, y escucha mi oración.
Salmo 17: 6
Somos muchas las mujeres que desearíamos
experimentar de una forma más palpable la presencia de Dios con nosotras.
Quizás nos gustaría que se manifestara mediante alguna señal extraordinaria,
como lo hizo ante Gedeón cuando pidió que fuera visible la voluntad divina en
un vellón de lana (Jueces 6: 36-38). Tal vez nos gustaría escuchar la voz del
Señor que nos llama, como en el caso del pequeño Samuel. No obstante, aunque
tenemos la seguridad de que Dios está con nosotras, posiblemente nunca
tendremos una experiencia similar.
Gozar de la presencia
divina es privilegio de toda hija de Dios. Disfrutar su compañía y recibir sus
consejos es posible para las mujeres a las que nos ha tocado vivir en esta
época. El Señor se nos manifiesta por medio de su Palabra. Cuando sostienes en
tu mano el sagrado libro y lees, puedes escuchar la voz de Dios y conocer su
voluntad. Cada vez que leas la Biblia, hazlo con devoción y quedase a la
espera; alguna palabra o frase repercutirá en tu mente y entonces escucharás a
Dios hablar a tu corazón.
La oración es el medio por
excelencia, provisto por nuestro Padre celestial, para atender la voz y el
clamor de sus hijos. Él nos dice: «Clama a mi y te responderé, y te daré a
conocer cosas grandes y ocultas que tú no sabes» (Jeremías 33: 3). Cuando Dios nos
responde en medio de una oración, nuestra mente puede quedar impresionada y
recibir claridad para saber cómo hacer frente a una situación que nos preocupa.
Los sonidos y las imágenes
de la naturaleza son otra forma extraordinaria para sentir la presencia de
Dios. El canto de las aves, el susurró del viento entre los árboles, el sonido
del agua del arroyo, son susurros de la voz de Dios que habla a nuestra mente
ya nuestro corazón. Podemos oírlo decir: «Yo soy el que más te cuida, y también
a tu familia. No tengas temor frente a las vicisitudes de la vida. Ten
confianza, yo estoy contigo».
Recuerda, querida hermana, la Palabra de Dios, la
oración y la naturaleza, son la provisión divina para que vivas en constante
comunicación con él.
Tomado de Meditaciones Matutinas para la
mujer
“Aliento para cada día”
Por Erna Alvarado
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