Baja tú con Fura tu criado al
campamento, y oirás lo que hablan. Jueces 7:10, 11.
Cuando Gedeón se colocó a la cabeza de
treinta mil hombres para entablar guerra contra los madianitas, sintió que a
menos que Dios obrara a favor de Israel su causa estaba perdida. Por el mandato
divino, el ejército hebreo fue reducido por medio de pruebas sucesivas, hasta
que solo quedaban trescientos hombres con él para oponerse a una multitud incontable.
No es de extrañar que su corazón desfalleciera anticipando el conflicto a la
mañana siguiente.
Pero el Señor no dejó a su fiel siervo en el
desánimo. Habló a Gedeón en la noche y le pidió que bajara con su confiable
asistente, Fura, al campamento de los madianitas, sugiriendo que allí
escucharía algo que lo animaría. Fue, y mientras esperaba en la oscuridad y el
silencio, escuchó cómo un soldado, recién despierto, le contó un sueño a su
compañero: “Veía un pan de cebada que rodaba hasta el campamento de Madián, y
llegó a la tienda, y la golpeó de tal manera que cayó, y la trastornó de arriba
abajo, y la tienda cayó” (Jueces 7:13).
El otro contestó en palabras que conmovieron
el corazón del oyente invisible:
“Esto no es otra cosa sino la espada de Gedeón
hijo de Joás, varón de Israel.
Dios ha entregado en sus manos a los
madianitas con todo el campamento” (vers. 14).
Gedeón reconoció la voz de Dios que le
hablaba a través de estos madianitas desconocidos. Su fe y valor fueron
fortalecidos grandemente, y se alegró porque el Dios de Israel pudiese obrar
por medio de los medios más humildes para doblegar el orgullo humano. Con
confianza y esperanza regresó a los pocos hombres bajo su dirección, y les
dijo: “Levantaos, porque Jehová ha entregado el campamento de Madián en
vuestras manos” (vers. 15)…
De la manera en que el pan de cebada
destruyó la tienda donde cayó, el puñado de israelitas destruiría a sus
numerosos y poderosos enemigos.
El Señor mismo dirigió la mente de Gedeón en
la adopción de un plan, que este último inmediatamente se dispuso a ejecutar…
¡Cuántas lecciones de humildad y fe
podríamos aprender si considerásemos el trato de Dios hacia sus criaturas!
-Signs of the Times, 14 de julio de 1881.
MEDITACIONES
MATINALES PARA ADULTOS 2013
DESDE
EL CORAZÓN
Por:
Elena G. de White
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