¿Qué gana el hombre con todos
sus esfuerzos y con tanto preocuparse y afanarse bajo el sol? Todos sus días
están plagados de sufrimientos y tareas frustrantes, y ni siquiera de noche
descansa su mente. Eclesiastés 2:22-23
Con cuánta frecuencia he escuchado a mis
amigas decir: “¡Tengo tanto que hacer!” Y no son menos las veces que yo misma
lo he dicho. Parece ser que muchas, bajo un falso concepto de productividad,
creemos que no nos merecemos momentos de descanso y que siempre debemos estar
ocupadas. Solamente cuando hacemos algo sentimos que somos productivas.
Tanto el ocio como la enajenación laboral
son dos extremos que debemos evitar.
Perder el tiempo sin hacer nada, o haciendo
cosas que para nada sirven, es irresponsable, pero recargarnos de trabajo es un
mal hábito que puede acarrear consecuencias desastrosas. Es cierto, las
actividades de la mujer en el hogar son múltiples y de diferente Índole. De la
cocina, donde preparamos los alimentos de la familia, nos trasladamos a la sala
de estudio en la que asesoramos a los hijos con los deberes escolares; luego
quizá debamos pagar cuentas, ir de compras, recoger a los niños en la escuela y
de paso llevar a un amiguito de nuestros hijos a su casa…
El día concluye ¡pero también acaba con
nosotras! El cansancio extremo es peligroso. Se agota nuestra resistencia a la
frustración y cualquier incidente, por simple que sea, nos irrita y nos molesta
a tal grado, que no somos capaces de controlar nuestros impulsos.
Hoy es un buen día para que pongas atención
a las señales que tu cuerpo y tu mente con seguridad te envían. Si con
frecuencia te sientes al borde de un ataque de nervios, haz una pausa,
reorganiza tus prioridades y vuelve a plantear tus objetivos como ama de casa,
madre y esposa. No permitas que las personas que viven contigo sean los
receptores de tu ansiedad y mal humor.
Amiga, puedes seguir el ejemplo de Marta.
Ocúpate con pasión de tus deberes de ama de casa, pero al mismo tiempo imita la
prudente actitud de María; ¡siéntate a los pies de tu Maestro y descansa!
Permite que la Marta que llevas en tu interior busque con afán la
productividad, pero también deja que la María que vive dentro de ti recueste su
cabeza en el regazo de Cristo Jesús. ¡Un maravilloso equilibrio!
¿No crees que tú también deberías
disfrutarlo?
LECTURAS DEVOCIONALES PARA LA MUJER
ALIENTO PARA CADA DÍA
Por
Erna Alvarado
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