sábado, 21 de septiembre de 2013

EL LAZO DEL AHORCADO


Lugar: Inglaterra

Palabra de Dios: Salmo 51:1; Juan 5:24

Esta es una escena que podrías haberte encontrado, si hubieses vivido en Inglaterra en la Edad Media. Un guardia arresta a un hombre atrapado en un crimen, y lo lleva a la cárcel. El castigo por su crimen: muerte en la horca.

-¿Tiene algo que decir en su favor? -pregunta el juez al acusado.

En lugar de justificar su acción o de suplicar misericordia, el hombre, simplemente, comienza a recitar el primer versículo del salmo 51: Ten compasión de mí, oh Dios, conforme a tu gran amor; conforme a tu inmensa bondad, borra mis transgresiones”.

No importa si es un fiel miembro de iglesia o si, aunque más no sea, asiste a la iglesia. Por saber el Salmo 51:1, conocido popularmente como el “versículo del cuello”, el hombre escapa del lazo y salva su vida.

¿Qué acaba de suceder? Inglaterra tenía, en la Edad Media, dos sistemas judiciales: los juzgados seculares y los de la iglesia. Los juzgados seculares podían condenar a la muerte a una persona por una cantidad de cosas, incluyendo el robo de un caballo o decir cosas malas acerca del rey. Por el otro lado, los juzgados de la iglesia no tenían sentencias de muerte.

Si la persona acusada podía establecer algún tipo de conexión con la iglesia, el juicio se pasaba a los juzgados de la iglesia, en los cuales la sentencia de muerte no era una opción. Por lo tanto, recitar el Salmo 51:1 de memoria podía salvar la vida de una persona, sin importar cuán terrible hubiera sido su crimen.

Aunque muchos hayan abusado del sistema a lo largo de los años, con centenares de miles de transgresores de la ley que se asociaron con la iglesia, eso no cambia el hecho de que la Palabra de Dios salva verdaderamente. Jesús dijo: “Ciertamente les aseguro que el que oye mi palabra y cree al que me envió, tiene vida eterna y no será juzgado, sino que ha pasado de la muerte a la vida”.

 LECTURAS DEVOCIONALES PARA MENORES
EN ALGÚN LUGAR DEL MUNDO
Por: Helen Lee Robinson

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