Si después de recibir el conocimiento de la verdad pecamos
obstinadamente, ya no hay sacrificio por los pecados (Hebreos 10:26).
Este
es uno de los versículos más duros de la Biblia. ¿Quiere decir que aquellos que
pecan después de conocer la verdad no tienen perdón? No. Dios nos ha pedido que
perdonemos a otros setenta veces siete y, por supuesto, él está dispuesto a
perdonarnos más que eso (lee Hechos 5:31). De hecho, en la Biblia encontramos
muchos ejemplos de esto (Adán, Noé, Abraham, Moisés, Pedro y otros).
El
pasaje de hoy se refiere a un pecado específico. Se lo describe como “pisotear
al Hijo de Dios”, “profanar la sangre del pacto” e “insultar al Espíritu de la
gracia” (lee Hebreos 10:29).
¿En
qué consiste este pecado?
“Pisotear
al Hijo de Dios” es una expresión muy significativa. Pisotear a una persona era
una imagen común para referirse a la derrota y subyugación absoluta de los
enemigos por parte de un monarca (2 Samuel 22:39; Salmo 18:36, 38; 47:3). Esto fue
lo que hizo Josué con los cinco reyes cananeos a los que derrotó (Josue 10:24,25) y lo que Dios promete hacer, en favor nuestro, con Satanás (Romanos 16:20). Pisotear al Hijo de Dios implica que el pecador considera a Jesús un
enemigo a quien debe subyugar.
“Profanar
la sangre del pacto” significa considerar que la sangre de Cristo no es un
elemento que limpia nuestros pecados, sino que nos contamina. La Biblia dice
que la sangre de Cristo limpia nuestros pecados (Hebreos 9:14), pero el ofensor
considera que debe evitarla como si fuera lepra.
Finalmente,
el ofensor “insulta al Espíritu de la gracia”. El Espíritu Santo es el agente
de la gracia de Dios y de su misericordia, pero este ofensor lo rechaza y lo
insulta. Hay aquí un elemento de insolencia y arrogancia que invita el juicio
de Dios.
¿Te
das cuenta? Esta ofensa no es resultado de la ignorancia, sino el acto decidido
de destruir totalmente la relación con Dios. La única manera de ser salvos es
por medio de la fe en el sacrificio de Cristo Jesús (Hechos 4:12) y la
aceptación del ministerio del Espíritu Santo en favor nuestro (Efesios 4:30). Pero
si rechazas totalmente estos medios, ¿qué otro te queda para salvarte? Ninguno.
Te
invito a que hoy confirmes tu fe en Cristo Jesús y te sometas al liderazgo del
Espíritu Santo. Ese es el camino de la salvación. El asunto es urgente y muy serio.
Pronto ya no quedarán oportunidades.
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