Lugar: Islandia
Palabra de Dios: Génesis 1:28,
RVR 95
La última vez que alguien vio un alca grande fue en junio de 1844.
Un par de ellas anidaba en la costa del Cabo
Reykjanes, Islandia, manteniendo su huevo caliente, cuando algunas personas las
encontraron.
Los hombres mataron a las dos aves para
algunos coleccionistas de aves que querían especímenes de alca, y así la especie
se extinguió.
La gran alca era un ave parecida a un
pingüino. Tenía plumas negras en la cabeza y la espalda, y el vientre blanco.
Una característica distintiva eran sus grandes manchas blancas ovaladas entre
los ojos y el pico. El ave no podía volar, pero utilizaba sus cortas alas para
nadar debajo del agua.
La gente cazaba estas alcas gigantes por
varias razones: por sus plumas, por el aceite y por la carne, entre otras.
Estas aves, también, se veían muy lindas exhibidas en los museos. Los seres
humanos las mataron una por una, sin pensar en lo que hacían. Hasta que fue
demasiado tarde. Aunque en el Atlántico norte vivieron alguna vez millones de
alcas gigantes, hoy no sobrevive ninguna. ¡Qué triste fin para estas aves que
no volaban! Ojalá la gente las hubiese cuidado mejor.
Cuando Dios creó a los seres humanos, su
orden fue: “Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra y sometedla; ejerced
potestad sobre los peces del mar, las aves de los cielos y todas las bestias
que se mueven sobre la tierra’’.
Dios quería que las personas cuidaran de los
animales. Él nos puso a cargo.
No podemos hacer nada por las alcas
gigantes; han desaparecido, para nunca volver. Pero, podemos evitar que ocurra
lo mismo con otros animales. Hagamos lo que podamos por proteger la vida
silvestre que nos rodea.
LECTURAS DEVOCIONALES PARA
MENORES
EN ALGÚN LUGAR DEL MUNDO
Por: Helen Lee Robinson
No hay comentarios.:
Publicar un comentario