De este modo empobrecía Israel
en gran manera por causa de Madián; y los hijos de Israel clamaron a Jehová.
Jueces 6:6.
¡Qué pena que la triste historia de la
apostasía y su castigo se repita vez tras vez en la historia del pueblo
escogido de Dios!...
Por causa de sus pecados, la mano protectora
de Dios fue retirada de Israel y fueron dejados a merced de sus enemigos. Los
habitantes salvajes y fieros del desierto (los madianitas y los amalecitas)
venían “en grande multitud como langostas” e inundaban la tierra con sus
rebaños, y alzaban sus tiendas en las praderas y los valles. Llegaron tan
pronto las cosechas comenzaron a madurar, y se quedaron hasta que los últimos
frutos de la tierra habían sido recogidos. Despojaron los campos de sus frutos
y robaron y maltrataron a los habitantes; luego, regresaron al desierto.
Durante siete años continuó esta opresión, y
entonces, en su desgracia, el pueblo se acordó de Aquel que tan a menudo los
había librado; y clamaron al Señor por ayuda...
Sus oraciones fueron escuchadas, y
nuevamente el Señor envió a un hombre escogido para que actuara como libertador
de Israel. El que fue así seleccionado fue Gedeón, de la tribu de Manasés...
Solo fue con la mayor dificultad que los hebreos pudieron reunir suficientes
alimentos como para salvarse del hambre. Gedeón retuvo una cantidad pequeña de
trigo, y por temor a que lo vieran mientras lo trillaba, lo había llevado al
viñedo, cerca del lagar. Debido a que faltaba bastante tiempo para la cosecha
de las uvas, la atención de los madianitas no estaría concentrada en tal
lugar... Gedeón casi no se atrevía a inspirar al pueblo con fe o valor, pero
sabía que el Señor obraría poderosamente en favor de Israel como lo había hecho
en el pasado...
En tanto que la mente de Gedeón estaba
absorta en estas meditaciones, de pronto se le apareció un ángel del Señor y se
dirigió a él con las palabras: “Jehová está contigo, varón esforzado y
valiente” (Jueces 6:12).
La naturaleza melancólica de los pensamientos
de Gedeón se revela en su respuesta: “Ah, señor mío, si Jehová está con
nosotros, ¿por qué nos ha sobrevenido todo esto?”... Convencido de su propia
incapacidad para una obra tan importante, Gedeón exclamó: “Ah, señor mío, ¿con
qué salvaré yo a Israel? He aquí que mi familia es pobre en Manasés, y yo el
menor en la casa de mi padre” (vers. 15)... Entonces el ángel le dio una
garantía llena de gracia: “Ciertamente yo estaré contigo, y derrotarás a los
madianitas como a un solo hombre” (vers. 16) – Signs of the
Times, 23 de junio de 1881.
Tomado de Meditaciones Matutinas para
adultos 2013
"Desde el corazón"
Por Elena G. de White
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