Lugar: Suiza
Palabra de Dios: Lucas 12:37,
38
Cuando el tren entró en la estación de
Aigle, Lorena, su guarda, se bajó de él para vender boletos. Todavía estaba
caminando por el andén con la máquina expendedora de boletos en la mano, cuando
oyó que el tren partía.
-¡Deténganse! -gritó, corriendo hacia las
puertas abiertas.
Pero, el tren siguió andando sin su guarda.
El reloj de la estación mostraba que el tren había salido exactamente a la hora
que debía salir. Lorena miró frenéticamente a su alrededor, preguntándose qué
hacer. Viendo un taxi, subió a él.
-Rápido, necesito alcanzar el tren - le dijo
al conductor.
Salieron rápidamente, sin saber cuán lejos
tendrían que ir, para alcanzar el tren.
Afortunadamente, alguien se dio cuenta de
que el tren no tenía guarda; quizá, las puertas abiertas les hayan dado alguna
pista. Se detuvieron unos nueve kilómetros más adelante, y esperaron a que ella
apareciera. Unos minutos más tarde, el taxi se detuvo junto a las vías. Lorena
pagó el viaje y subió al tren. Había perdido su propio tren porque perdió la
noción del tiempo. Pero, puedes estar seguro de que, de allí en adelante,
estuvo más atenta al reloj, para que no la encontrara desprevenida.
Jesús nos dice que estemos alerta para que,
cuando regrese, estemos preparados para ir a casa, junto con él. Él dice:
“Dichosos los siervos a quienes su señor encuentre pendientes de su llegada.
Créanme que se ajustará la ropa, hará que los siervos se sienten a la mesa, y
él mismo se pondrá a servirles. Sí, dichosos aquellos siervos a quienes su
señor encuentre preparad os, aunque llegue a la medianoche o de madrugada”.
¡Jesús viene pronto! Estemos listos para
encontramos con él.
LECTURAS DEVOCIONALES PARA
MENORES
EN ALGÚN LUGAR DEL MUNDO
Por: Helen Lee Robinson
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