Lugar: Pennsylvania, EE.UU.
Palabra de Dios: Hebreos 6:11,12
Más de
setecientas personas colmaban la iglesia ese día de primavera en 1939. Todos
habían venido para asistir al funeral de Mario Ezzo.
-¿Quién es Mario
Ezzo? -preguntó una persona que pasaba por allí, pensando que ese hombre debía
haber sido alguien importante, para atraer una multitud tan grande.
Quedó perplejo
cuando se enteró de que el señor Ezzo era, simplemente, el viejito que pasaba
barriendo las calles.
El señor Ezzo
había venido de Italia siete años antes. Al comienzo, tuvo suerte de conseguir
algunos trabajitos temporarios, pero después de un tiempo, no pudo conseguir
más trabajo en ninguna parte y tuvo que depender de la ayuda del gobierno. El
empleado de la agencia gubernamental miró al anciano, con su ropa pobre, y le
dio 3,60 pesos.
-Cada semana
recibirá la misma cantidad -le dijo.
-Muchas gracias
-decía el señor Ezzo. Y lo sentía así.
Tan pronto como
salió de la oficina, buscó una gran escoba dura y comenzó a barrer las calles.
Barría y barría, hasta ocho horas por día, lloviera o hubiera sol. El señor
Ezzo no tenía que trabajar; aunque no le pagaban por barrer las calles, él
quería hacerlo.
-Me dan dinero para
vivir -decía él-, entonces, yo mantengo este pueblo limpio como una mesa. Eso
hace que mi pan tenga un sabor más dulce.
No sorprende,
entonces, que el viejo barrendero impresionara a tantas personas. De hecho, los
habitantes de Aliquippa, más tarde, erigieron un monumento en honor a este
hombre que trabajó tanto por los demás. En él, se leía: “El trabajo me hace
sentir bien por dentro.
Mi pan tiene un
sabor más dulce así”.
Piensa en esto.
¿Te gusta trabajar cuando no tienes que hacerlo?
El libro a los Hebreos
dice: “Deseamos, sin embargo, que cada uno de ustedes siga mostrando ese mismo
empeño hasta la realización final y completa de su esperanza. No sean
perezosos; más bien, imiten a quienes por s u fe y paciencia heredan las
promesas”. No seas perezoso. Sigue el ejemplo del señor Ezzo y trabaja
diligentemente en favor de otros.
Lecturas
Devocionales para Menores 2013
En algún lugar del
Mundo
Por Helen Lee
Robinson
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