Así que en todo traten ustedes a los demás tal y como quieren que ellos
los traten a ustedes. De hecho, esto es la ley y los profetas.
(Mateo 7:12).
El
siguiente relato llega rodando como un guijarro a la orilla del río. Dos
hombres estaban sentados junto al fuego en una plácida noche de otoño. Uno era
el jefe Teedyuscung, de los delaware; el otro era un amigo íntimo suyo, cuyo
nombre no trascendió.
Habían
estado sentados durante mucho tiempo, casi sin hablar, pensando cada uno en sus
propias preocupaciones. El amigo reflexionó sobre los problemas interpersonales
y recordó que una vez había escuchado la regla de oro cristiana. Se dirigió a
Teedyuscung.
-Jefe,
una vez escuché un principio de excelencia y gran utilidad.
Teedyuscung
levantó su mano abierta, detuvo a su amigo para que no siguiera. Después dijo:
-No
me hables de la excelencia ni alabes ese principio. Sencillamente dímelo, y yo
te diré si es digno de confianza.
Así
que en términos sencillos, el amigo explicó la regla de oro a Teedyuscung. Este
de inmediato exclamó:
-¡Eso
es imposible! -y los dos hombres siguieron sentados en silencio durante varios
minutos.
Finalmente
Teedyuscung rompió el silencio y dijo:
-He
pensado en esa regla de oro.
Luego
dijo con solemnidad:
-Si
el gran espíritu que creó al hombre le diera un corazón nuevo, entonces sería
posible.
En
la vida cristiana, la mayor fuente de problemas se encuentra en las relaciones
interpersonales.
La
única manera de vivir en paz en este mundo es impedir la aparición de problemas
con los padres, los hermanos, las amistades, los jefes del trabajo; el prójimo
en general.
El
secreto es la regla de oro. Es el método más sencillo del mundo y el más
efectivo… pero el más difícil de poner en práctica.
La
regla de oro es:
•
Busca primero el bienestar de los demás y después el tuyo. Procura que ellos, y
no tú, reciban primero la atención, el reconocimiento, los premios y todas las
ventajas.
•
Si hay un solo lugar, un solo vaso de agua, un solo premio, una sola mención
honorífica, cédelos a tu prójimo.
Con
razón dijo el jefe Teedyuscung que eso es solamente posible “si el gran
espíritu le da un nuevo corazón al hombre”. Pide esta mañana al Espíritu Santo
que implante la regla de oro en tu corazón.
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