Con sabiduría se construye la casa; con inteligencia se echan los
cimientos. Con buen juicio se llenan sus cuartos de bellos y extraordinarios
tesoros.
Proverbios 24:3-4
La
construcción de una vivienda requiere los mejores materiales. Para esta
elección necesitamos sabiduría y conocimiento. Todo aquel que se sienta carente
de dichas virtudes puede demandarlas a Dios, con la seguridad de que su
petición será concedida. Al igual que Salomón, podemos expresar nuestro deseo
al Señor:
“Yo
te pido sabiduría y conocimiento para gobernar a este gran pueblo tuyo; de lo
contrario, ¿quién podrá gobernarlo?” (2 Crónicas 1:10).
Dios
ha puesto en las manos de nosotras, sus hijas, la edificación de nuestros
hogares. ¡Qué gran responsabilidad! ¡Qué hermoso privilegio! Este es el momento
de preparar hogares para el cielo, para que formen parte de la gran familia de
Dios.
Un
hogar hermoso implica algo más que bellas paredes y muebles costosos. Un hogar
hermoso tiene que ver con el ambiente que se vive en su interior, así como con
la forma en que se vinculan sus miembros. Tiene que ver con la relación que la
familia en conjunto sostiene con Dios, y la manera en que las virtudes
celestiales son expresadas en palabras y actos.
Nosotras,
como madres y esposas, somos responsables en gran medida del ambiente que reine
en nuestro hogar, ya que por lo general somos las que pasamos más tiempo en él.
Las madres felices crean hogares felices. Por otro lado, las madres dominantes
pueden establecer en sus hogares ambientes demasiado rígidos. Una madre amorosa
criará a sus hijos con una adecuada autoestima. Una madre sensible hace que sus
hijos sean misericordiosos. Una esposa tolerante hace prosperar su matrimonio.
Una esposa y madre temerosa de Dios, hará de su hogar un pedazo de cielo aquí
en la tierra.
Con
la ayuda de Dios, con empeño y dedicación, debemos descubrir estrategias para
contrarrestar todas las fuerzas del mal que intentan destruir a nuestra
familia.
Las
influencias mundanales pueden llamar a la puerta de nuestro hogar, pero
dependerá de nosotras dejarlas entrar o no.
Querida
hermana, decide hoy que harás de tu hogar una trinchera de salvación en la cual
tus hijos, tu esposo y todos sus moradores, podrán sentirse seguros de tu amor
y del amor incondicional que Dios tiene por cada uno de ellos.
“Aliento para cada día”
Por Erna Alvarado
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