lunes, 2 de septiembre de 2013

PRUDENCIA, UNA CUALIDAD INDISPENSABLE


El prudente actúa con cordura, pero el necio se jacta de su necedad. Proverbios 13:16

La prudencia es un rasgo del carácter que se basa en la sensatez y en el buen juicio. La mujer prudente medita de antemano en su proceder, hace cálculos antes de ejecutar una acción y sopesa los resultados.

¿Te has fijado alguna vez en la forma en que un bebé comienza a caminar? No hay nada más bello para sus papás que esos primeros pasos titubeantes al amparo de algún mueble o persona de quien aferrarse. Algunos, incluso dilatan su aprendizaje porque son tímidos, prudentes o temen soltarse y comenzar a caminar sin ayuda. Sin embargo, con cuánta frecuencia nos encontramos con personas desfachatadas en su manera de hablar y de conducirse. No ejercen la prudencia del niño que comienza a caminar. Algunas no solamente dan la impresión de ser personas vulgares, sino también de ser poco cristianas. El consejo bíblico para las mujeres de Dios, es: “Que sean reverentes en su conducta, y no calumniadoras” (Tito 2:3).

Hemos de ser cuidadosas de nuestro testimonio. Hay quienes nos observan y, al vernos actuar con arrojo desmedido, pueden creer que cierta conducta es normal y que, si la repiten, en nada deshonrarán a Dios. Amiga, recordemos que la imprudencia no solamente proyecta una imagen negativa de nosotras, sino que también afecta a quienes nos observan. Una actuación responsable, sensata y atinada, será la compañera cotidiana de la mujer que ama a Dios y respeta a su prójimo. Nunca permitamos que nuestra actuación pase por encima de la dignidad de nadie, atropellando su derecho al respeto.

No nos faltemos el respeto a nosotras mismas comportándonos como mujeres indisciplinadas y sin cordura. No le fallemos a Dios al denigrar la imagen que él puso en nosotras cuando nos creó. Por el contrario, hagamos gala de buen juicio, de sentido común y, sobre todo, de la voluntad para que el Señor nos guíe.

Recordemos algunos de los medios que nos permiten actuar con prudencia:

• Dominio propio. Tener control de nuestros pensamientos, deseos y actitudes.

• Reflexión. Pensar antes de actuar y medir los resultados de nuestras acciones.

• Inteligencia, para saber cuándo decir lo que conviene en la forma correcta.

• Discernimiento para descubrir los efectos positivos y negativos de nuestros actos.

• Humildad para reconocer cuándo actuamos con necedad.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
“Aliento para cada día”

Por Erna Alvarado

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