sábado, 2 de noviembre de 2013

ÉL HA PROMETIDO INSTRUIRTE

Portada Mujeres
Es Dios quien lo instruye y le enseña cómo hacerlo. 
Isaías 28:26

Hace poco mi esposo y yo compramos un mueble para nuestra casa, de esos que se arman con facilidad, solo hace falta seguir las indicaciones del manual.

Sin embargo nosotros, excesivamente confiados, intentamos hacerlo por nuestra propia cuenta, y pasamos por alto el paso número uno, el más importante de todos, el que decía: “Para un ensamblaje rápido y perfecto, siga las instrucciones”.

Intentamos unir las piezas donde nosotros creíamos que debían ir, colocando los tornillos en el lugar que imaginábamos les correspondía. Pero, a pesar de las muchas diferentes formas en que lo hicimos, algo salía siempre mal. Las piezas no encajaban, los tornillos se atoraban, y el mueble comenzó a tomar una forma un tanto extraña, que no se parecía para nada al modelo mostrado en la caja de empaque. Con tranquila humildad, desarmamos lo que llevábamos hecho hasta el momento, tomamos el manual de instrucciones y nos pusimos de nuevo manos a la obra. Empezamos totalmente de cero, y en pocos minutos el mueble estaba ensamblado, y mostrando toda su belleza.

Algo parecido sucede en la vida de los seres humanos. Dios, nuestro Creador, nos hizo perfectos y hermosos, y en ese proceso también nos dio indicaciones precisas para que no estropeáramos su obra maravillosa. Sin embargo, muchos seres humanos hemos desechado el “manual divino”, para escoger una vida que a nosotros nos parece mejor.

La perfecta maquinaria del organismo humano queda a menudo estropeada porque algunos desconocen las indicaciones del Creador, o hacen caso omiso de ellas, comiendo, bebiendo y llevando un estilo de vida de acuerdo a sus gustos y preferencias personales.

Si deseamos que no se pierda el divino sello colocado en la maravillosa obra que representa cada ser humano, utilicemos el “manual divino”. Del propio fabricante, Dios, hemos recibido las instrucciones más claras. Algunas de ellas las podemos leer en Éxodo 20:1-17. Recuerda: “Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir y para instruir en la justicia, a fin de que el siervo de Dios esté enteramente capacitado para toda buena obra” (2 Timoteo 3:16-17).

Amiga, no deseches el “manual de Dios”. Aplícalo a tu propia vida y a la de tus hijos. Hazlo con responsabilidad; no es una tarea que puedes confiar únicamente a la escuela o la iglesia. ¡Es un deber que debes cumplir con sagrado celo!

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
“Aliento para cada día”
Por Erna Alvarado

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