Palabra de Dios: Marcos 10:27, RVR 95
-¿Nueve
noches? - exclamó el funcionario de gobierno, interrumpiendo al pastor
Hernández-, No puede tener nueve noches de reuniones religiosas aquí, en Cuba.
Solo aprobamos una noche de reuniones. Muéstrenos el documento.
El pastor
Hernández miró alrededor de la mesa a los doce funcionarios, preguntándose qué
estaba pasando. Durante meses, su iglesia había estado planificando llevar a
cabo una serie de reuniones de evangelización, llamadas “Cuba: Jesús te ama”.
Después de muchas oraciones, habían enviado la petición al gobierno. El país
monitoreaba atentamente la religión en el país, de manera que los miembros de
la iglesia se habían emocionado cuando les aprobaron las reuniones en el teatro
Mella, un auditorio público que llevaba el nombre del fundador del comunismo en
Cuba.
“Señor, que
nada impida que tengamos las reuniones de evangelización”, oraba el pastor
Hernández mientras pasaba el documento al otro lado de la mesa. El principal
funcionario del gobierno leyó la nota, y luego frunció el ceño mientras miraba
su firma al pie de la página. Luego, codeó al funcionario que estaba al lado de
él.
-Tú también
firmaste esto.
El segundo
funcionario tomó el documento. Frunció también el ceño y arrugó la frente,
mientras leía lo que él había aprobado.
El pastor
Hernández estaba sentado en silencio, mirando y orando, mientras el documento
daba vuelta la mesa. Finalmente, el funcionario de mayor jerarquía aclaró su
garganta.
-Pensamos que
habíamos aprobado un evento de un sola noche -dijo-, pero el documento
claramente señala que las reuniones durarán nueve noches. Puesto que hemos dado
nuestro consentimiento por escrito, mantendremos nuestra palabra.
-Gracias,
Señor -oró el Pastor Hernández, al abandonar el edificio.
Nunca se había
oído en Cuba de reuniones religiosas que duraran nueve noches; pero, como dijo
Jesús cierta vez: “Para los hombres es imposible, pero no para Dios; porque
todas las cosas son posibles para Dios”.
Lecturas Devocionales para Menores 2013
En algún lugar del Mundo
Por Helen Lee
Robinson
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