lunes, 5 de agosto de 2013

UN HUECO HELADO

Lugar: Suiza

Palabra de Dios: Colosenses 1:21,22

-Tenemos que irnos ahora -dijo Agassiz a su hermano menor-.

Papá nos espera del otro lado del lago.

Cerrándose bien las chaquetas, salieron al hielo. Era pleno invierno, y el lago estaba congelado.

Cuidadosamente, los dos muchachos caminaron por la superficie resbalosa. Habían cruzado el lago congelado que quedaba al lado de su casa una cantidad de veces, y estaban bastante acostumbrados a esa media caminata media resbalada, que debían hacer para mantenerse de pie.

Al acercarse a la mitad del lago, Agassiz y su hermano se dieron cuenta de que el hielo había comenzado a agrietarse. Entre las grietas, podían ver agua. La idea de caerse hizo que Agassiz temblara.

-¿Deberíamos volver? -preguntó su hermano.

Agassiz miró su reloj. Su padre los estaría esperando.

-Sigamos -dijo-. No es un hueco muy grande, y pareciera que el resto del lago está bien.

El chico más grande cruzó la grieta; solamente tuvo que estirarse un poquito, no demasiado. Pero, sabía que a su hermano le costaría más. Su hermano tenía piernas más cortas y tendría que saltar. Si se caía al agua helada… bueno, no quería ni pensar en ello.

Entonces, se le ocurrió una idea.

-Me voy a acostar sobre la grieta -le explicó a su hermano-. Puedes gatear encima de mí.

El plan funcionó, y en un minuto o dos ambos estaban a salvo, del otro lado.

Eso es lo que Jesús hizo por ti y por mí. Él hizo de puente entre nosotros y Dios. La Biblia dice: “En otro tiempo ustedes, por su actitud y sus malas acciones, estaban alejados de Dios y eran sus enemigos. Pero ahora Dios, a fin de presentarlos santos, intachables e irreprochables delante de él, los ha reconciliado en el cuerpo mortal de Cristo mediante su muerte”. Jesús puso su vida, murió por nosotros, para que podamos “cruzar” con seguridad y volver a Dios.
  
Lecturas Devocionales para Menores 2013
En algún lugar del Mundo
Por Helen Lee Robinson

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