lunes, 26 de agosto de 2013

EL CASO DEL HOMBRE QUE SE ROBÓ A SÍ MISMO


¿Qué esperanza tienen los impíos cuando son eliminados, cuando Dios les quita la vida? ¿Escucha Dios su clamor cuando les sobreviene la angustia? (Job 27:8, 9).

Durante la década de 1920, un ladrón llamado Arthur Berry se hizo famoso en Estados Unidos. Era un ladrón de joyas muy diestro, con un estilo especial. No le robaba a cualquiera. Las damas elegantes de Boston anunciaban con orgullo que Arthur Berry había condescendido a robarles sus diamantes.

Por supuesto, la policía no pensaba lo mismo de él. Lo perseguía día y noche, pero otra de sus habilidades era escaparse de la justicia. Mas una noche lo sorprendieron mientras robaba en una casa; le dieron tres balazos, cayó por una ventana, pero escapó. Finalmente una mujer celosa lo denunció y Berry pasó 18 años en prisión. Cuando salió se fue a vivir a un pequeño pueblo de Nueva Inglaterra.

Un día se supo dónde vivía y numerosos periodistas acudieron a entrevistarlo. Le preguntaron lo acostumbrado, pero un joven reportero le planteó una pregunta muy perspicaz: “¿A quién le robó usted más?”

Arthur Berry contestó que aquella era la pregunta más fácil de contestar de todas. “El hombre a quien más le robé fue a Arthur Berry. Yo pude haber sido un magnate de Wall Street. Pude haber sido un empresario de éxito si hubiera utilizado de forma legal los talentos que Dios me dio. Pude haber tenido éxito en los negocios, pero pasé más de la mitad de mi vida en la cárcel”.

Terribles palabras, ¿verdad? Qué desgracia es perder todas las oportunidades de la vida y luego mirar hacia atrás para ver lo que pudo haber sido y no fue. ¿Te imaginas? Saber que pudimos haber sido un gran artista, un gran misionero, un gran empresario, un gran servidor público y, sin embargo, terminar nuestros días avergonzados por haber desperdiciado el tiempo en tonterías. Desperdiciar una vida tan valiosa en simplezas es una tragedia, por decirlo suavemente.

Por supuesto, lo más aterrador es la posibilidad de mirar la santa ciudad desde afuera de los muros de piedras preciosas. Saber que pudimos estar dentro y, sin embargo, nos encontramos fuera. Procura no equivocarte en esto. Toma todas las medidas de precaución que puedas para que eso no te suceda. Sería una tragedia eterna. No puedo imaginar lo que sentirá una persona que fue cristiana adventista, que conoció la verdad y, sin embargo, se encuentre fuera de la ciudad de Dios. Procura que no sea tu caso.

Lecturas Devocionales para Jóvenes 2013
¿Sabías qué..? Relatos y anécdotas para jóvenes
Por Félix Cortez

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