¿Qué esperanza tienen los impíos cuando son eliminados, cuando Dios les
quita la vida? ¿Escucha Dios su clamor cuando les sobreviene la angustia? (Job
27:8, 9).
Durante
la década de 1920, un ladrón llamado Arthur Berry se hizo famoso en Estados
Unidos. Era un ladrón de joyas muy diestro, con un estilo especial. No le
robaba a cualquiera. Las damas elegantes de Boston anunciaban con orgullo que
Arthur Berry había condescendido a robarles sus diamantes.
Por
supuesto, la policía no pensaba lo mismo de él. Lo perseguía día y noche, pero
otra de sus habilidades era escaparse de la justicia. Mas una noche lo
sorprendieron mientras robaba en una casa; le dieron tres balazos, cayó por una
ventana, pero escapó. Finalmente una mujer celosa lo denunció y Berry pasó 18
años en prisión. Cuando salió se fue a vivir a un pequeño pueblo de Nueva
Inglaterra.
Un
día se supo dónde vivía y numerosos periodistas acudieron a entrevistarlo. Le
preguntaron lo acostumbrado, pero un joven reportero le planteó una pregunta
muy perspicaz: “¿A quién le robó usted más?”
Arthur
Berry contestó que aquella era la pregunta más fácil de contestar de todas. “El
hombre a quien más le robé fue a Arthur Berry. Yo pude haber sido un magnate de
Wall Street. Pude haber sido un empresario de éxito si hubiera utilizado de
forma legal los talentos que Dios me dio. Pude haber tenido éxito en los
negocios, pero pasé más de la mitad de mi vida en la cárcel”.
Terribles
palabras, ¿verdad? Qué desgracia es perder todas las oportunidades de la vida y
luego mirar hacia atrás para ver lo que pudo haber sido y no fue. ¿Te imaginas?
Saber que pudimos haber sido un gran artista, un gran misionero, un gran
empresario, un gran servidor público y, sin embargo, terminar nuestros días
avergonzados por haber desperdiciado el tiempo en tonterías. Desperdiciar una
vida tan valiosa en simplezas es una tragedia, por decirlo suavemente.
Por
supuesto, lo más aterrador es la posibilidad de mirar la santa ciudad desde
afuera de los muros de piedras preciosas. Saber que pudimos estar dentro y, sin
embargo, nos encontramos fuera. Procura no equivocarte en esto. Toma todas las
medidas de precaución que puedas para que eso no te suceda. Sería una tragedia
eterna. No puedo imaginar lo que sentirá una persona que fue cristiana adventista,
que conoció la verdad y, sin embargo, se encuentre fuera de la ciudad de Dios.
Procura que no sea tu caso.
Lecturas
Devocionales para Jóvenes 2013
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Relatos y anécdotas para jóvenes
Por Félix Cortez
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