Vete, Satanás, porque escrito
está. Mateo 4:10.
Satanás había sido vencido en la primera
tentación. Después llevó a Cristo al pináculo del Templo en Jerusalén, y le
pidió que demostrara su calidad de Hijo de Dios lanzándose de la impresionante
altura. “Si eres Hijo de Dios –le dijo–, échate abajo; porque escrito está: A
sus ángeles mandará acerca de ti, y, en sus manos te sostendrán, para que no
tropieces con tu pie en piedra” (Mateo 4:6). Pero hacer tal cosa habría sido
presunción de parte de Cristo, y él no cedería. “Escrito está también: No
tentarás al Señor tu Dios” (vers. 7). Nuevamente el tentador quedó confundido.
Cristo permaneció victorioso.
La presunción es una tentación común; y
cuando Satanás nos asalta con ella logra casi siempre la victoria. Quienes
aseguran haberse unido a la guerra contra el mal, frecuentemente se hunden sin
pensar en una tentación que requiere de un milagro para superarla sin mancha.
Las preciosas promesas de Dios no son dadas para fortalecernos en un curso
presuntuoso o para que confiemos cuando nos abalanzamos innecesariamente al
peligro. El Señor requiere de nosotros que nos movamos con una dependencia
humilde bajo su conducción.
“El hombre no es señor de su camino, ni del
hombre que camina es el ordenar sus pasos” (Jer. 10:23). En Dios se encuentra
nuestra prosperidad y nuestra vida... “Encomienda a Jehová tu camino, y confía
en él; y él hará” (Salmo 37:5). Como hijos de Dios, hemos de mantener un
carácter cristiano consistente. Cuando usted ore... para no caer en tentación,
recuerde que su obra no concluye con la oración. Tanto como sea posible, debe
contestar sus propias oraciones al resistir la tentación. Pídale a Jesús que
haga por usted lo que no puede hacer por su propia cuenta. Con la Palabra de
Dios como nuestra guía y Jesús como nuestro Maestro, no tenemos que ignorar los
requerimientos de Dios ni las trampas de Satanás.
“Otra vez le llevó el diablo a un monte muy
alto, y le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, y le dijo:
Todo esto te daré, si postrado me adorares” (Mateo 4:8, 9). Entonces la
divinidad refulgió a través de la humanidad. “Vete, Satanás –dijo Jesús–,
porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él solo servirás” (vers.
10). Satanás no presentó otra tentación más. Abandonó la presencia de Cristo
como un enemigo conquistado – Youth’s Instructor, 21 de diciembre, de 1899.
Tomado de Meditaciones Matutinas para
adultos 2013
"Desde el corazón"
Por Elena G. de White
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