viernes, 16 de agosto de 2013

CRISTO, EL CAMINO A LA VICTORIA


Vete, Satanás, porque escrito está. Mateo 4:10.

Satanás había sido vencido en la primera tentación. Después llevó a Cristo al pináculo del Templo en Jerusalén, y le pidió que demostrara su calidad de Hijo de Dios lanzándose de la impresionante altura. “Si eres Hijo de Dios –le dijo–, échate abajo; porque escrito está: A sus ángeles mandará acerca de ti, y, en sus manos te sostendrán, para que no tropieces con tu pie en piedra” (Mateo 4:6). Pero hacer tal cosa habría sido presunción de parte de Cristo, y él no cedería. “Escrito está también: No tentarás al Señor tu Dios” (vers. 7). Nuevamente el tentador quedó confundido. Cristo permaneció victorioso.

La presunción es una tentación común; y cuando Satanás nos asalta con ella logra casi siempre la victoria. Quienes aseguran haberse unido a la guerra contra el mal, frecuentemente se hunden sin pensar en una tentación que requiere de un milagro para superarla sin mancha. Las preciosas promesas de Dios no son dadas para fortalecernos en un curso presuntuoso o para que confiemos cuando nos abalanzamos innecesariamente al peligro. El Señor requiere de nosotros que nos movamos con una dependencia humilde bajo su conducción.

“El hombre no es señor de su camino, ni del hombre que camina es el ordenar sus pasos” (Jer. 10:23). En Dios se encuentra nuestra prosperidad y nuestra vida... “Encomienda a Jehová tu camino, y confía en él; y él hará” (Salmo 37:5). Como hijos de Dios, hemos de mantener un carácter cristiano consistente. Cuando usted ore... para no caer en tentación, recuerde que su obra no concluye con la oración. Tanto como sea posible, debe contestar sus propias oraciones al resistir la tentación. Pídale a Jesús que haga por usted lo que no puede hacer por su propia cuenta. Con la Palabra de Dios como nuestra guía y Jesús como nuestro Maestro, no tenemos que ignorar los requerimientos de Dios ni las trampas de Satanás.

“Otra vez le llevó el diablo a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, y le dijo: Todo esto te daré, si postrado me adorares” (Mateo 4:8, 9). Entonces la divinidad refulgió a través de la humanidad. “Vete, Satanás –dijo Jesús–, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él solo servirás” (vers. 10). Satanás no presentó otra tentación más. Abandonó la presencia de Cristo como un enemigo conquistado – Youth’s Instructor, 21 de diciembre, de 1899.

Tomado de  Meditaciones Matutinas para adultos 2013
"Desde el corazón"
Por Elena G. de White

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