Tu vida será más radiante que el sol de mediodía, y la
oscuridad será como el amanecer. Vivirás tranquilo, porque hay esperanza;
estarás protegido y dormirás confiado. Job 11:17-18
Los
temores y las fobias afectan a muchas personas en la actualidad. Uno de los
temores más marcados es el que se le tiene a la vida misma. La persona que lo
experimenta contempla la vida como un callejón sin salida, como un túnel
demasiado oscuro, y por tanto no se atreve a avanzar. ¡Queda literalmente
paralizada!
Como
bien lo expresó la compositora argentina Eladia Blázquez: “El miedo a vivir es
señor y dueño de muchos miedos más, voraces y pequeños, en una angustia sorda
que brota sin razón, y crece muchas veces ahogando el corazón”.
Quien
se siente así no experimenta motivación alguna. Es incapaz de trazar ningún
proyecto, pues piensa que todo le saldrá mal. Las palabras más frecuentes en
sus conversaciones son “fracaso”, “error”, “frustración”. Estas personas
renuncian al derecho de vivir por temor a fracasar. Se niegan la oportunidad de
poner a prueba sus capacidades, así como las maravillas de la creación de Dios.
Para
despojarnos del miedo a la vida es necesario que conozcamos a su Autor.
Eso
nos ayudará a recordar que, ante cualquier duda respecto a la existencia, él es
quien está en la mejor disposición de dar una respuesta. La oración es esa
llave que abre las puertas del consultorio de Dios en todo momento.
Comprometerte
con Dios a administrar la vida que te ha dado requiere que confíes en él, y
también que tengas confianza en ti misma. Si lo haces, podrás marchar hacia el
futuro sin temores infundados. Las maravillosas promesas divinas te confirmarán
y te llenarán de una nueva alegría de vivir. El Señor te dice: “Busquen el bien
y no el mal, y vivirán; y así estará con ustedes el Señor Dios Todopoderoso,
tal como ustedes lo afirman” (Amós 5:14).
Dios
te ha dado la vida como un regalo, no como una carga. Necesitas echar mano de
tus capacidades. ¡Todos los seres humanos, sin excepción, las tenemos!
Busca
y encuentra las tuyas, serán el motor que te impulse a cumplir tus metas.
Cuando
las hayas identificado pide al gran Maestro que te ayude a pulirlas y a
ponerlas al servicio de los demás.
Recuerda
que el gozo en el servicio es lo que da sentido a nuestra vida. Nos llena de
buenos propósitos y nos permite alcanzar la excelencia.
Tomado de Meditaciones Matutinas para la
mujer
“Aliento para cada día”
Por Erna Alvarado
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