Escucha, hijo mío; acoge mis palabras, y los años de tu vida
aumentarán. Yo te guío por el camino de la sabiduría, te dirijo por sendas de
rectitud. Proverbios 4:10-11
Dicen
que la única pregunta que no se le debe hacer a una mujer es: “¿Qué edad tiene
usted?” El hecho es que, si alguien osa plantearnos este interrogante, quizá
evadimos la respuesta con un toque de humor, o sencillamente mencionamos
nuestra edad con una voz apenas audible. Personalmente, yo creo que los años
vividos no deberían avergonzar a nadie. Aunque quizá nos preocupe el efecto que
los mismos hayan causado en nuestras vidas, en caso de que estén vinculados a
un estilo de vida cuestionable.
A
lo que menos deberíamos temer las mujeres, cuando hemos vivido en armonía con
Dios, es a las canas y a las arrugas. Por otro lado, lo que sí debemos respetar
son los estragos causados en la vida como consecuencia de malos hábitos, de
pecados sin confesar, y de la carga asociada a un marcado sentimiento de culpa.
Los
años bien vividos, pocos o muchos, deben hacer honor a lo que eres: una hija de
Dios creada a su imagen y semejanza. El paso de los años jamás debería borrar
en nosotras esa imagen. Asimismo, el conjunto de esos años debería glorificar
el nombre de Dios. Cuando estos dos elementos se conjugan en una mujer
cristiana, cada año vivido representa una bendición, no un motivo de vergüenza.
Examínate
en el espejo de tu propia existencia. Observa las huellas que los años han
dejado en ti. Los surcos formados en la comisura de tus labios, causados por
las muchas sonrisas prodigadas, deben llenarte de orgullo. Las manos
visiblemente desgastadas por los quehaceres femeninos serán un indicador de la
misión cumplida. La espalda encorvada, quizá por todos esos años que pasaste
reclinada en la cuna velando el sueño de tus hijos, debería hacerle sentir como
una heroína.
La
próxima vez que alguien te pregunte cuántos años tienes, responde sin
vergüenza. Eres una heroína de la vida. Esparce experiencia, enseñanza y
sabiduría apoyándote en cada uno de los años cumplidos, y alaba al Señor por
los años futuros que él te regalará.
Tomado de Meditaciones Matutinas para la
mujer
“Aliento para cada día”
Por Erna Alvarado
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