Lugar: Egipto
Palabra de Dios: 1 Timoteo 6:17-19
Howard
Cárter se había quedado mudo. Todo lo que había dentro de la habitación
brillaba por el oro. Vio figuras de animales y estatuas oro, carruajes
recubiertos de oro, sillones dorados y centenares de otros tesoros
espectaculares. Acababan de entrar en el sepulcro de Tutankamón, el niño rey.
Encontrar
intacta la tumba del rey Tutankamón fue un asombroso descubrimiento
arqueológico, porque los ladrones de tumbas habían entrado en las tumbas de la
mayoría de los antiguos faraones.
Esta
todavía contenía casi todos los tesoros enterrados con el faraón egipcio.
El
equipo de arqueólogos entró en la siguiente habitación, y encontró un sepulcro
de oro que llenaba todo el lugar. Cuando abrieron el sarcófago, o cajón, había
otro cajón dentro de él, y luego otro. El último estaba fabricado completamente
en oro.
Una
máscara de oro, que pesaba 10 kilogramos, cubría el rostro del rey Tutankamón.
Dentro del cajón, había 143 joyas adicionales.
En
total, los exploradores encontraron 5.220 objetos en la tumba del niño rey. Si
quieres ver muchos de esos tesoros valiosos, se exhiben en el Museo de El
Cairo.
Los
faraones de Egipto se hacían enterrar con muchas riquezas, porque pensaban que
las necesitarían en la vida después de la muerte.
Pero,
estaban equivocados. La Biblia dice: “A los ricos de este mundo, mándales que no
sean arrogantes ni pongan su esperanza en las riquezas, que son tan inseguras,
sino en Dios, que nos provee de todo en abundancia para que ¡o disfrutemos.
Mándales que hagan el bien, que sean ricos en buenas obras, y generosos,
dispuestos a compartir lo que tienen. De este modo atesorarán para sí un seguro
caudal para el futuro y obtendrán la vida verdadera”.
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