Lugar: Irán
Palabra de Dios: 1 Pedro 2:21, 24
Ali,
un niño de veinte meses, estaba jugando en su casa, cuando vio la puerta
abierta y se deslizó hacia afuera. Para cuando sus padres se dieron cuenta de
lo ocurrido, el niño había desaparecido. Luego de buscar rápidamente por toda
la casa, su mamá y su papá corrieron afuera, gritando: “¡Ali! ¡Ali!” Pero, el
niño había desaparecido.
Los
padres corrían de casa en casa, preguntando a sus vecinos:
-¿Han
visto a Ali?
Pero,
nadie en la pequeña aldea cercana a la ciudad de Sirjan lo había visto. Muchas
personas detuvieron lo que estaban haciendo y se unieron a la búsqueda.
Cuando
el sol comenzó a ocultarse, comenzaron a perder la esperanza.
Entonces,
alguien divisó un pequeño par de huellas, que se dirigían hacia el desierto.
Con esperanza renovada, el equipo de búsqueda comenzó a seguirlas. En ese
momento, cayó la noche.
-Voy
a volver, para buscar algunas antorchas -ofreció alguien.
Pronto
volvió y, con las antorchas iluminando el camino, la familia de Ali, sus amigos
y vecinos caminaron y caminaron, dejando que las pisadas los guiaran.
Pasó
una hora, pero no se dieron por vencidos. Seguían viendo huellas. Siguiéndolas,
pudieron encontrar al niño, sentado al lado de un canal de riego. Fue una
reunión gozosa, tanto para los padres como para el niño.
Si
tú y yo seguimos las pisadas de Jesús, nosotros también tendremos una reunión
gozosa. El libro de 1 Pedro dice: “Para esto fueron llamados, porque Cristo
sufrió por ustedes, dándoles ejemplo para que sigan sus pasos”. Y luego,
continúa diciendo: “Él mismo, en su cuerpo, llevó al madero nuestros pecados,
para que muramos al pecado y vivamos para la justicia. Por sus heridas ustedes
han sido sanados”. Jesús murió por nosotros para que podamos vivir con él.
Sigue sus pisadas, y algún día, pronto, estaremos juntos para siempre.
En algún lugar
del Mundo
Por Helen Lee
Robinson
No hay comentarios.:
Publicar un comentario