Rescata a los que van rumbo a la muerte; detén a los que a tumbos
avanzan al suplicio. Pues aunque digas, «Yo no lo sabía», ¿no habrá de darse
cuenta el que pesa los corazones? ¿No habrá de saberlo el que vigila tu vida?
¡Él le paga a cada uno según sus acciones! (Proverbios 24: 11, 12).
Oskar
Schindler era un rico empresario alemán que salvó a miles de judíos durante la
Segunda Guerra Mundial. Es posible que hayas visto la película sobre su vida y
su obra dirigida por Steven Spielberg, La lista de Schindier. El clímax de la película surge un poco antes del final.
Después de despedirse de los judíos a quienes habla salvado la vida, justo
antes de marcharse, le regalaron un anillo de oro como símbolo de su gratitud.
Habían obtenido el oro de la prótesis dental de uno de los trabajadores y lo
fundieron para hacer un anillo que tenía grabada una frase del Talmud: «Quien
salva una vida, salva al mundo entero». Cuando se lo entregaron a Schindler
este se sintió halagado, pero al mismo tiempo avergonzado. Dijo:
—Es
de oro. ¡Pude haberlo vendido para salvar una vida mas! Stern, pude haber hecho
más, mucho más.
—Oskar
—dijo Ithzak Stern—, hiciste mucho; ahora hay mil cien personas vivas, gracias
a ti. Míralas.
—Yo
malgasté mucho dinero, no te imaginas cuánto —se lamentó Schindler entre
Lágrimas—. Mira este coche, ¿por que lo conserve? Podría haber salvado diez
personas más. Mira este botón, podría haber salvado dos personas más. Este
otro, dos personas más.
Luego,
llorando sin consuelo, dijo:
—Podría
haber salvado una persona más. ¿Por qué no lo hice?
Esto
sucederá en el fin. ¿Cuántos lamentarán haber vivido pensando solo en si
mismos? Procura que no te pase a ti. ¿Qué tipo de persona era Oskar Schindler?
Un nazi que vivía en la Alemania nazi. ¿De dónde sacó la inspiración y la
fuerza para llevar a cabo una obra como aquella? Creo que del mismo depósito de
donde podemos sacarlas nosotros, del corazón de amor de Dios.
¡Cuántas
cosas se verán en su verdadera dimensión cuando todo termine! ¡Cuántas cosas
desearemos haber vendido para predicar el evangelio y salvar una vida más! Algo
que veremos cuando venga el reavivamiento que esperamos en el seno del pueblo
de Dios será la piedad primitiva registrada en la Biblia: «Vendían sus
propiedades y posesiones, y compartían sus bienes entre sí según la necesidad
de cada uno» (Hech. 2: 45). Hoy es el momento de colaborar con Dios.
Lecturas
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