Lugar: Maryland, EE.UU.
Palabra de Dios: Apocalipsis 21:4
Recuerdo
el día que oí la noticia. Fue un duro golpe para mí. Un buen amigo mío había
muerto repentinamente, del corazón. No podía creerlo. Era tan joven, acababa de
terminar la universidad.
¿Cómo
podía haber muerto?
Mientras
corrían las lágrimas por mis mejillas, recordé los buenos momentos que habíamos
pasado juntos. Nos habíamos conocido en la escuela secundaria. Nosotros dos y
otra chica habíamos llegado a ser amigos muy cercanos. Hablábamos, nos reíamos
y andábamos juntos.
Recuerdo
que estudiábamos juntos para nuestras clases. Nos reuníamos a desayunar en el
comedor del colegio, y allí repasábamos para las pruebas del día. Una vez,
también salimos con nuestras redes a buscar bichos, para la clase de Biología.
Nos reíamos todo el tiempo. También, tocábamos juntos en el coro de campanas
del colegio, lo que significó que salíamos juntos a tocar a otras iglesias y en
viajes del coro. Él y yo fuimos juntos a Malasia en un viaje misionero.
¡Tenía
tantos buenos recuerdos!
Si
alguna persona cercana a ti ha muerto, sabes de lo que hablo.
Yo
no pude ir al funeral de mi amigo, pero más tarde me enteré de que fue una
celebración de su vida. En un momento tan triste, ¿cómo pudieron sus amigos y
familiares enfocarse en lo positivo? ¡Por la esperanza de la resurrección!
Jesús
promete que cuando él regrese los muertos en Cristo resucitarán.
Viviremos
juntos por la eternidad. Y eso no es todo. “Él [Dios] les enjugará toda lágrima
de los ojos. Ya no habrá muerte, ni llanto, ni lamento ni dolor, porque las
primeras cosas han dejado de existir”
Lecturas
Devocionales para Menores 2013
En algún lugar del
Mundo
Por Helen Lee
Robinson
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