lunes, 26 de agosto de 2013

¿CÓMO MEDIMOS EL TIEMPO?


Enséñanos a contar bien nuestros días, para que nuestro corazón adquiera sabiduría. 
Salmo 90:12

El tiempo es uno de los dones más maravillosos que Dios nos ha concedido.

En la historia humana y en sus diferentes culturas, encontramos una gama increíble de instrumentos creados por el hombre para medir el tiempo. Sin embargo, la primera forma de medir el tiempo la encontramos en el libro de Génesis, en el relato de la creación, cuando el autor expresa: “Y vino la noche, y llegó la mañana” (Génesis 1:5). Surgió entonces la semana creada por Dios.

De ahí en adelante, los seres humanos han inventado relojes en sus diferentes modalidades, así como calendarios con sus días, semanas, meses y años. De igual modo surgieron las unidades más pequeñas de medición del tiempo, como son los segundos, los minutos y las horas que forman un día.

Sin embargo, lo que deseo considerar contigo esta mañana difiere, justamente, de los años de vida que Dios nos concede a cada una. El sabio escribió: “Todo tiene su momento oportuno; hay un tiempo para todo lo que se hace bajo el cielo” (Eclesiastés 3:1). Algunas miden su tiempo en años, en arrugas, en achaques, en canas… Otras miden su tiempo en productividad, en metas alcanzadas, en éxitos obtenidos en la vida profesional, en logros económicos… Estas son sumatorias que indudablemente nos retribuirán ganancias.

Cada segundo de nuestra vida deberíamos emplearlo con responsabilidad y sabiduría. Eso implica transitar por el tiempo tomadas de la mano de Dios. Al hacerlo tendremos calidad y cantidad de vida. El consejo bíblico aplicado al tiempo se encuentra en Efesios 5:15-16, en palabras del apóstol Pablo: “Tengan cuidado de su manera de vivir. No vivan como necios sino como sabios, aprovechando al máximo cada momento oportuno, porque los días son malos”.

Hay cosas que podemos hacer con el fin de aprovechar de manera prudente el tiempo: pasar momentos en compañía del Señor para desarrollar intimidad con él; prestar un servicio desinteresado al prójimo; charlar con un anciano; sonreír a un niño; trabajar con entusiasmo y abnegación, sin importar lo que nos toque hacer; acariciar a un cachorrito; disfrutar de los alimentos; abrazar a nuestros seres amados…

¡Haz la prueba, y verás cómo aprovecharás tu tiempo!.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
“Aliento para cada día”
Por Erna Alvarado

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