Enséñanos a contar bien nuestros días, para que nuestro corazón
adquiera sabiduría.
Salmo 90:12
El
tiempo es uno de los dones más maravillosos que Dios nos ha concedido.
En
la historia humana y en sus diferentes culturas, encontramos una gama increíble
de instrumentos creados por el hombre para medir el tiempo. Sin embargo, la
primera forma de medir el tiempo la encontramos en el libro de Génesis, en el
relato de la creación, cuando el autor expresa: “Y vino la noche, y llegó la
mañana” (Génesis 1:5). Surgió entonces la semana creada por Dios.
De
ahí en adelante, los seres humanos han inventado relojes en sus diferentes
modalidades, así como calendarios con sus días, semanas, meses y años. De igual
modo surgieron las unidades más pequeñas de medición del tiempo, como son los
segundos, los minutos y las horas que forman un día.
Sin
embargo, lo que deseo considerar contigo esta mañana difiere, justamente, de
los años de vida que Dios nos concede a cada una. El sabio escribió: “Todo
tiene su momento oportuno; hay un tiempo para todo lo que se hace bajo el
cielo” (Eclesiastés 3:1). Algunas miden su tiempo en años, en arrugas, en achaques, en
canas… Otras miden su tiempo en productividad, en metas alcanzadas, en éxitos obtenidos
en la vida profesional, en logros económicos… Estas son sumatorias que
indudablemente nos retribuirán ganancias.
Cada
segundo de nuestra vida deberíamos emplearlo con responsabilidad y sabiduría.
Eso implica transitar por el tiempo tomadas de la mano de Dios. Al hacerlo
tendremos calidad y cantidad de vida. El consejo bíblico aplicado al tiempo se
encuentra en Efesios 5:15-16, en palabras del apóstol Pablo: “Tengan cuidado de
su manera de vivir. No vivan como necios sino como sabios, aprovechando al máximo
cada momento oportuno, porque los días son malos”.
Hay
cosas que podemos hacer con el fin de aprovechar de manera prudente el tiempo:
pasar momentos en compañía del Señor para desarrollar intimidad con él; prestar
un servicio desinteresado al prójimo; charlar con un anciano; sonreír a un
niño; trabajar con entusiasmo y abnegación, sin importar lo que nos toque
hacer; acariciar a un cachorrito; disfrutar de los alimentos; abrazar a
nuestros seres amados…
¡Haz
la prueba, y verás cómo aprovecharás tu tiempo!.
Tomado de Meditaciones Matutinas para la
mujer
“Aliento para cada día”
Por Erna Alvarado
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