Aun si alguno de nosotros o un ángel del cielo les predicara un
evangelio distinto del que les hemos predicado, ¡que caiga bajo maldición!
(Gálatas 1:8).
¿Te
has preguntado alguna vez hasta qué punto te puedes fiar de tus sentidos?
Muchas veces pensamos que si hemos experimentado algo entonces debe ser cierto.
Pero
no todo lo que experimentamos es confiable. De hecho, la Biblia dice que
Satanás puede engañarnos y que, por lo tanto, lo único en lo que realmente
podemos confiar más allá de toda duda es en la Palabra de Dios.
Un
experimento sencillo puede mostrártelo. Necesitarás la ayuda de dos amigos a
quienes llamaré Julio y Mina. Siéntate con los ojos vendados y pide a Julio que
se siente frente a ti y te mire fijamente. Pide a Mina que se coloque a tu
derecha y que siga con precisión las siguientes instrucciones:
Toma
mi mano derecha y guía mi dedo índice a la nariz de Julio. Mueve mi mano en una
manera rítmica para que mi dedo índice golpee repetidamente su nariz en una
secuencia al azar como en código Morse. Al mismo tiempo, usa tu mano izquierda
y golpea mi nariz con el mismo ritmo y al mismo tiempo. El golpeteo de mi nariz
y el de la nariz de Julio deben estar en perfecta sincronía.
Después
de treinta o cuarenta segundos, la mayoría de las personas siente algo
realmente extraordinario: que tocan sus propias narices a un metro de
distancia, o que se la han dislocado y trasladado a un metro de distancia. Es
una ilusión extraordinaria, pero sencillamente eso, una ilusión. ¿Por qué
sucede? Tu cerebro percibe el golpeteo en tu dedo índice y en tu nariz y
advierte que están en perfecta sincronía. Entonces razona: “El golpeteo en mi
nariz es idéntico a las sensaciones en mi dedo índice. ¿Por qué son las dos
secuencias idénticas? La probabilidad de que esto sea una coincidencia es cero.
Por lo tanto, la explicación más probable es que mi dedo índice golpea mi
nariz. Pero también sé que mi mano está a un metro de distancia de mi rostro.
Esto quiere decir que mi nariz también debe estar allá, a un metro de
distancia”.
¿Te
das cuenta de que nuestros sentidos también nos pueden engañar? Yo te animo a
confiar más en lo que la Palabra de Dios dice que en la opinión de tus propios
sentidos.
Créeme,
es más seguro.
Lecturas
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Por Félix Cortez
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