Yo me acuesto, me duermo y vuelvo a despertar, porque el Señor me
sostiene. Salmo 3:4
“¿Cómo
puede dormir con todos los problemas que tiene?’’, me preguntaba una esposa
asombrada al comprobar que su cónyuge se iba a la cama y a los pocos minutos
quedaba profundamente dormido, aunque enfrentaba numerosas dificultades. Esto
parece ser propio de la naturaleza masculina, y no es necesariamente un
indicador de despreocupación. Es tan solo una forma varonil de enfrentar la
vida.
Muchas
de nosotras, sin embargo, con la más leve situación de estrés, entramos en un
estado psicológico que nos impide en ocasiones conciliar el sueño. La
preocupación parece ser un rasgo distintivo de las mujeres. Si es excesiva
puede incluso llevarnos a imaginar situaciones que posiblemente nunca
sucederán, e incluso a desconfiar de la protección de Dios.
Todo
tipo de preocupación tiene que ver fundamentalmente con tres asuntos vitales:
hacer frente al pasado, al presente, y nuestras expectativas del futuro.
Cuando
nos quedamos atrapadas en las malas experiencias del pasado, ensombrecemos el presente
y obstaculizamos todo lo bueno que pueda traernos el futuro.
Un
pasado rebosante de culpa es la herramienta favorita de Satanás para frenar
nuestro desarrollo cristiano. Seguramente el apóstol Pablo era consciente de
esto cuando exclamó: “No pienso que yo mismo lo haya logrado ya. Más bien, una
cosa hago: olvidando lo que queda atrás y esforzándome por alcanzar lo que está
delante, sigo avanzando hacia la meta para ganar el premio que Dios ofrece
mediante su llamamiento celestial” (Filipenses 3:13-14).
Por
otro lado, un presente ensombrecido por un pasado oscuro podría paralizar la
vida e incluso impedir que caminemos en forma resuelta hacia el logro de los
propósitos cotidianos. Tal vez una situación similar llevó al salmista a
exclamar:
“¡Cómo
quisiera tener las alas de una paloma y volar hasta encontrar reposo!” (Salmo 55:6). Es reconfortante saber que Jesús es el amigo fiel que nos ofrece
descanso verdadero y permanente. Lo que nos debe llenar de tranquilidad es
recordar que el futuro le pertenece a Dios, y que en sus planes para cada uno,
él siempre tendrá algo grandioso para ofrecernos si hacemos su voluntad y
seguimos sus huellas en el sendero de la vida eterna.
Este
es un buen día para recordar las cosas buenas del pasado, para anclar en Dios
nuestra seguridad presente ¡y para pensar que aún falta lo mejor!.
Tomado de Meditaciones Matutinas para la
mujer
“Aliento para cada día”
Por Erna Alvarado
No hay comentarios.:
Publicar un comentario