Ni tenéis su palabra
morando en vosotros; porque a quien él envió, vosotros no creéis.
Juan 5:38.
Los líderes judíos quedaron profundamente
impresionados por las varias ocasiones en que la divinidad fulguró a través de
la humanidad durante la obra de Cristo. Pero al hablar entre ellos, su
incredulidad se fortaleció, y la evidencia que debió haberlos convencido fue
rechazada. La evidencia más fuerte no valía para ellos, en tanto que los argumentos
más débiles y superficiales, si se oponían a la verdad traída por el Salvador,
eran sólidos a su juicio. Habían emprendido un camino que llevaba a la ruina
eterna...
Cristo vio que los maestros judíos
interpretaban mal la Palabra de Dios, y los animó a un estudio más diligente de
sus preceptos. En él se estaban cumpliendo los tipos y las sombras del sistema
judío. Si hubieran buscado en las Escrituras como debían, habrían encontrado
que él no pretendía algo que no le perteneciera legítimamente.
Si los judíos hubieran buscado en la Palabra
de Dios como debían haberlo hecho, habrían visto que Jesús de Nazaret era el
Mesías. Pero buscaban guiados por una ambición orgullosa y egoísta, y
encontraron a un Mesías según su propia imaginación. Por esto es que cuando
vino el Salvador, un hombre humilde que menospreciaba, por su enseñanza,
teorías y tradiciones establecidas desde hacía tiempo y que presentaba una
verdad enteramente opuesta a sus prácticas, dijeron: ¿Quién es este invasor que
se atreve a ignorar nuestra autoridad? Cristo no vino como esperaban; por esto
se negaron a recibirlo, y lo llamaron engañador e impostor. En vez de
escucharlo para aprender la verdad, escucharon con malas intenciones, a fi n de
encontrar algo para ponerle reparos. Y una vez que colocaron sus pies en el
camino del gran líder en la rebelión, fue asunto fácil para Satanás
fortalecerlos en su oposición. Este logró que las obras maravillosas de Cristo,
que Dios quería que fueran evidencia enviada del cielo para ellos, fueran
interpretadas contra él. Mientras más Dios les hablaba por sus obras de misericordia
y amor, más confirmados quedaban en su resistencia. Cegados por el prejuicio,
se negaron a reconocer que Jesús es divino...
Él era Dios en carne humana, y no podía
hacer otra cosa sino obrar las obras de Dios – Review and Herald, 26 de marzo
de 1901.
Tomado de Meditaciones Matutinas para
adultos 2013
"Desde el corazón"
Por Elena G. de White
No hay comentarios.:
Publicar un comentario