Bendito el hombre que confía en el Señor, y pone su confianza en él. Será
como un árbol plantado junto al agua, que extiende sus raíces hacia la
corriente; no teme que llegue el calor, y sus hojas están siempre verdes. En
época de sequía no se angustia, y nunca deja de dar fruto.
Jeremías 17:7-8
Hoy
hablaremos de dos tipos de personas, las optimistas y las que confían en Dios.
Por supuesto, hay grandes diferencias entre ellas. Los optimistas se concentran
en sí mismos. Determinan cómo quieren vivir, confiando en sus habilidades.
Sacan
poder y fuerza de su vida interior. Establecen sus propias estrategias de
supervivencia apoyándose en sus habilidades naturales y en sus experiencias
cotidianas. Ellos mismos generan la chispa que los impulsa a ser positivos y a
ver las cosas por su lado amable. Sin embargo, corren el peligro de agotar sus
energías y caer en el derrotismo y en el pesimismo.
Los
que confían en Dios, esperan también cosas maravillosas de la vida. No se
derrumban por los problemas, ni se dejan intimidar por las dificultades, ya que
encuentran en Dios su fortaleza. El Señor es su fuente de poder. Todos los que
confían en Dios tienen una fe activa. Saben que su fuerza aumentará cuando
hagan uso de ella. Confiar en Dios no significa ser indolentes y negligentes
con la parte que nos corresponde hacer. Quienes confían en Dios enfrentan los
momentos difíciles en una tranquila espera, pues saben que el Señor está al
mando, y que cuando las pruebas hayan terminado cosecharán la mejor de las
bendiciones: su confianza en Dios se habrá incrementado. Pero ¿acaso existe
algún parámetro que nos ayude a reconocer nuestros niveles de confianza en
Dios? Por supuesto que sí.
La
paz es la compañera fiel de todo aquel que confía en Dios. La esperanza siempre
alumbra la senda de los que tienen su voluntad fundida con la de Dios. El gozo
y la alabanza están presentes aun cuando el dolor apremie y el futuro se vea
incierto.
Amiga,
seguramente habrás recibido muchas invitaciones para unirte al grupo de los
optimistas; yo más bien deseo hoy invitarte a que formes parte de los
bienaventurados que han puesto su confianza en Dios. La invitación divina hoy
es:
“Confíen
en el Señor para siempre, porque el Señor es una Roca eterna” (Isa. 26:4)
Tomado de Meditaciones Matutinas para la
mujer
“Aliento para cada día”
Por Erna Alvarado
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