Cristo es nuestra paz: de los dos pueblos ha hecho uno solo, derribando
mediante su sacrificio el muro de enemistad que nos separaba.
(Efesios 2:14).
El
teólogo escocés Hugh Ross Mackintosh definió una vez el perdón de la siguiente
manera:
“Es
un proceso activo de la mente y del temperamento de alguien lastimado, por
medio del cual anula un daño moral para hermanarse con el que lo ha lastimado,
restableciendo la libertad y la alegría de la amistad”. ¿No te parece
admirable? El perdón hace posible que exista hermandad donde había enemistad y
gozo donde había dolor. Cuando éramos esclavos del odio y el resentimiento, el
perdón hizo posible la existencia de la confianza y el amor.
¿Cuál
es la clave de la reconciliación? De acuerdo con Mackintosh, la clave está en
la anulación del “daño moral”. Esto es muy importante, porque el daño que nos
han hecho se convierte en un obstáculo real entre nosotros y quienes nos
lastimaron. Cuando alguien nos ha herido injusta y profundamente, ese acto se
convierte en una “pared intermedia de separación” que nos impide tratarnos como
hermanos, porque la confianza o el amor fueron traicionados. Esta separación es
natural y apropiada porque nos protege de sufrir más injusticias.
Por
eso, disculpar a otros no es perdonarlos, sino todo lo contrario. Cuando
disculpas a alguien niegas que hubiera un daño y por tanto no es necesario
perdonar. Si deseas realmente destruir la “pared intermedia de separación”,
primero debes reconocer que existe.
No
me refiero aquí a ser muy sensibles. No debemos dar importancia a asuntos
triviales.
Sin
embargo, sí debemos reconocer las heridas profundas. Pero no podemos quedarnos
allí. Tenemos que renunciar a la venganza y, mediante los lentes prodigiosos de
la gracia, perdonar a nuestros enemigos por el mal que nos hicieron.
Cuando
pecamos contra Dios, él no disculpó nuestro pecado. Reconoció plenamente su
gravedad. Pero no se quedó allí. También retiró el “daño moral” que habíamos
infligido, satisfizo los requerimientos de la justicia. Por medio de Jesús,
Dios derribó la “pared intermedia de separación” e hizo posible la
reconciliación entre nosotros y el cielo.
¿Existe
un “problema moral” que te separa de Dios? Te invito a confesarle tus pecados y
aceptar el medio que ha provisto en Cristo para reconciliarnos con él. Dios no
te disculpa.
Te
perdona. No tienes que fingir o esconderte. Únicamente acepta su mano extendida
en busca de tu amistad.
Lecturas
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