En el mundo estaba, y el mundo
por él fue hecho; pero el mundo no le conoció. Juan 1:10.
Los libros apócrifos del Nuevo Testamento
intentan suplir el silencio de las Escrituras respecto de la vida temprana de
Cristo, al dar un bosquejo imaginativo de sus años de infancia. Estos
escritores relatan incidentes y milagros maravillosos que habrían caracterizado
su niñez y lo distinguirían de otros niños. Relatan cuentos ficticios y
milagros frívolos que aseguran que él obró, atribuyéndole a Cristo
demostraciones necias e innecesarias de su poder divino, y le achacan actos de
venganza y travesuras crueles y ridículas.
La historia de Cristo registrada en los
Evangelios –con su sencillez natural– ofrece un contraste marcado con estas historias
y cuentos alocados y ficticios, que no armonizan ni por lejos con su carácter.
Se parecen más a las novelas que se escriben, que no tienen fundamento en la verdad,
y cuyos personajes son de una creación fantasiosa.
La vida de Cristo se distinguía de la de los
niños comunes. Su fuerza de carácter moral y su firmeza siempre lo llevaban a
ser fiel a su sentido del deber, y a adherirse a los principios del bien, de
los cuales no lo movía ningún motivo, por poderoso que fuera. Ni el dinero ni
el placer, ni el aplauso ni la censura, podían comprarlo o adularlo, de modo
que consintiera en una acción errada.
Era fuerte ante la tentación, sabio para
descubrir el mal y firme para mantenerse fiel a sus convicciones...
Su sabiduría era enorme, pero era la de un
niño, y aumentó según los años. Su infancia poseyó una gentileza peculiar y un
encanto notable. Su carácter estaba lleno de belleza y de perfección inmaculada...El
camino de la obediencia es elevado por la venida a la tierra de la Majestad del
cielo, y su disposición a convertirse en un niño pequeño y vivir simple y
naturalmente como viven los niños, a someterse a las reglas y la privación, y dar
a los jóvenes un ejemplo de fi el aplicación, al mostrarles por su propia vida que
el cuerpo y el alma están en armonía con las leyes naturales...
Aunque los niños viven en un mundo caído, no
tienen que ser corrompidos por el vicio. Pueden ser felices y obtener finalmente
el cielo, a través de los méritos de Cristo – Youth’s Instructor, 1º de abril
de 1872.
Tomado de Meditaciones Matutinas para
adultos 2013
"Desde el corazón"
Por Elena G. de White
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