miércoles, 9 de octubre de 2013

ROJO, EL ZORRO


Lugar: Canadá

Palabra de Dios: Salmo 66:5, DHH

Mira, querido. Hay un zorro en nuestro jardín -señaló Shirley.

Ella caminó hasta la ventana para verlo mejor. Y sí, había un pequeño zorro colorado caminando, no, más bien cojeando, por el borde de su propiedad. La pata delantera izquierda del zorro parecía estar rota; se veía hinchada. El zorro parecía dolorido y le costaba mucho caminar con las otras tres patas.

-Pobrecito -murmuró Shirley.

El zorro permaneció por allí hasta que Shirley y su esposo, Bob, finalmente decidieron que debían hacer algo.

-No va a poder arreglárselas solo, en la nieve -dijo su esposo-. Sé que no debemos alimentar a los animales salvajes, pero va a morir de hambre si no hacemos algo.

Bob tomó un poco de carne y la depositó afuera, en el patio. Luego, volvió adentro y se puso a observar, para ver qué sucedería. Pronto el pequeño zorro colorado se acercó a la carne y comenzó a comerla.

Ese invierno, el zorro se convirtió en un visitante regular. Shirley y Bob lo llamaron Rojo. Con el tiempo, sus visitas se hicieron menos frecuentes, y el zorro comenzó a ir solo unas dos veces por semana, todavía rengueando, pero en mejor estado.

Unas pocas semanas más tarde, Shirley y Bob se sorprendieron cuando Rojo apareció con un invitado, un zorro plateado. El zorro plateado estaba rengueando bastante.

-Rojo sabía dónde traerlo -dijo Shirley-; sabía que cuidaríamos de él.

¿Has sentido el amor de Dios? ¿Te ha ayudado él? No te guardes las noticias únicamente para ti. Compártelas con otros que las necesiten.

Diles: “Vengan a ver las obras de Dios, las maravillas que ha hecho por los hombres’’.

Lecturas Devocionales para Menores 2013
En algún lugar del Mundo
Por Helen Lee Robinson

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