Lugar: Canadá
Palabra de Dios: Salmo 66:5, DHH
Mira,
querido. Hay un zorro en nuestro jardín -señaló Shirley.
Ella
caminó hasta la ventana para verlo mejor. Y sí, había un pequeño zorro colorado
caminando, no, más bien cojeando, por el borde de su propiedad. La pata
delantera izquierda del zorro parecía estar rota; se veía hinchada. El zorro
parecía dolorido y le costaba mucho caminar con las otras tres patas.
-Pobrecito
-murmuró Shirley.
El
zorro permaneció por allí hasta que Shirley y su esposo, Bob, finalmente
decidieron que debían hacer algo.
-No
va a poder arreglárselas solo, en la nieve -dijo su esposo-. Sé que no debemos
alimentar a los animales salvajes, pero va a morir de hambre si no hacemos
algo.
Bob
tomó un poco de carne y la depositó afuera, en el patio. Luego, volvió adentro
y se puso a observar, para ver qué sucedería. Pronto el pequeño zorro colorado
se acercó a la carne y comenzó a comerla.
Ese
invierno, el zorro se convirtió en un visitante regular. Shirley y Bob lo
llamaron Rojo. Con el tiempo, sus visitas se hicieron menos frecuentes, y el
zorro comenzó a ir solo unas dos veces por semana, todavía rengueando, pero en
mejor estado.
Unas
pocas semanas más tarde, Shirley y Bob se sorprendieron cuando Rojo apareció
con un invitado, un zorro plateado. El zorro plateado estaba rengueando
bastante.
-Rojo
sabía dónde traerlo -dijo Shirley-; sabía que cuidaríamos de él.
¿Has
sentido el amor de Dios? ¿Te ha ayudado él? No te guardes las noticias
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Diles:
“Vengan a ver las obras de Dios, las maravillas que ha hecho por los hombres’’.
Lecturas Devocionales
para Menores 2013
En algún lugar del
Mundo
Por Helen Lee Robinson
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