Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale nada, ni la
incircuncisión, sino una nueva creación. Gálatas 6:15.
Solo
la gracia de Jesucristo puede cambiar el corazón de piedra por un corazón de
carne y darle vida para Dios. Los hombres y las mujeres pueden obrar grandes
obras a la vista del mundo; pueden tener muchos logros de un elevado nivel a la
vista de otros. Pero todo el talento, toda destreza, toda la habilidad del
mundo no podrá transformar el carácter y hacer que un hijo degenerado por el
pecado se convierta en un hijo de Dios, un heredero del cielo.
No
tenemos poder para justificar el alma, para santificar el corazón…
¡Cómo
amplía y exalta nuestras ideas del amor de Dios la maravillosa provisión del
plan de Dios para la salvación de la humanidad! ¡Cómo vincula nuestro corazón
al gran corazón de amor infinito! ¡Cómo nos hace deleitarnos en su servicio,
cuando nuestro corazón responde a la atracción de su amante bondad y su tierna
misericordia!…
Esta
es la obra ante nosotros. Hemos de tener la fe que obra por el amor y purifica
el alma. Por medio de la fe, nuestra vida ha de esconderse con Cristo en Dios.
Entonces seremos los ocultados de Dios; porque el mundo no discierne el valor
del carácter cristiano. El mundo admira la honestidad y las manifestaciones de
las virtudes y las gracias del carácter cristiano; en tanto se burlan de la
rectitud de conciencia del cristiano verdadero porque es un reproche para su
propia vida de pecado. Las piedras vivientes que brillan en el templo
espiritual del Señor son una gran molestia para Satanás, y él siempre busca
apagar la luz y eclipsar el Sol de Justicia, al interponer su sombra entre el
alma y Dios…
Ante
los seres humanos y los ángeles, se requiere que los cristianos muestren por
precepto y ejemplo el valor del carácter cristiano. Quienes reciben a Cristo
como su Salvador personal serán capaces de hacer esto, y Cristo ha ido a
preparar mansiones para ellos en el cielo. Hay algunos que declaran que todos
merecen un lugar en el cielo, y en la misma frase reconocen que no son idóneos
para la mansión celestial. Si todos… aceptaran la verdad tal como es en Jesús y
le dieran un lugar en el santuario interior del alma, de manera que puedan ser
santificados por ella, serían hechos idóneos para el cielo…
Aquellos
cuyas vidas están ocultas con Cristo en Dios, que han sido vestidos con su
justicia, tendrán derecho a la herencia incorruptible, sin mácula, que no se
desvanece —Signs of the Times, 2 de mayo de 1892.
Tomado de Meditaciones Matutinas para
adultos 2013
"Desde el corazón"
Por Elena G. de White
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