Asegúrense de que nadie deje de alcanzar la gracia de Dios; de que
ninguna raíz amarga brote y cause dificultades y corrompa a muchos (Hebreos
12:15).
Muchas
personas que desean alcanzar la gracia de Dios no se dan cuenta de que en sus
vidas tienen raíces de amargura que destruirán todos sus esfuerzos por hacer el
bien. Las raíces de amargura se refieren a “pequeñas transgresiones” de los
mandamientos de Dios, aparentemente inofensivas. Estas pequeñas transgresiones
son generalmente realizadas por “buenos” motivos, pero si cavamos más profundo,
nos daremos cuenta de que se originan en la falta de fe o en el orgullo.
Examinemos
el caso de Salomón. Dios le había dado sabiduría, paz y prosperidad muy
abundantes (1 Reyes 10). Salomón amaba profundamente a Dios y deseaba honrarlo
en todo lo que hacía. Con la grandeza que Dios le había dado llegó la
oportunidad de hacer una alianza con una de las naciones más poderosas de aquel
tiempo, Egipto. Estas alianzas acostumbraban consumarse con el casamiento del
rey con una princesa de la otra nación. Dios había prohibido claramente en
Deuteronomio 7:1 al 3 hacer este tipo de alianzas con personas de otra nación.
Pero Salomón razonó que si se casaba con la hija del faraón conseguiría gran
prosperidad para Israel y, además, podría influir sobre aquella potencia para
llevarle el conocimiento del Dios verdadero. Me parece sin embargo, que en lo
profundo del corazón se mezclaban el deseo de grandeza y el temor necio de que
Dios no le pudiera dar la prosperidad sin esas alianzas.
Aparentemente
todo salió bien. Elena de W hite dice que la hija del faraón se convirtió a la
religión israelita. Sin embargo, una raíz de amargura había brotado. Su ejemplo
influyó para que otros hicieran lo mismo. Cientos de mujeres hermosísimas de
otras naciones llegaron a Israel y formaron hogares ahí.
También
influyó para mal en Salomón. Pensó que era más sabio que Dios y con el mismo
pretexto de llevar el conocimiento del Señor a otras naciones, se casó con las
hijas de los reyes paganos, cercanos y lejanos, e hizo alianzas con ellos. Por
eso tuvo setecientas esposas y trescientas concubinas, que fueron una maldición
para su reino y para su vida.
Lee
además el capítulo 3 de Profetas y reyes para abundar en este tema.
Te
invito a que analices tu vida y veas si hay alguna raíz de amargura. No
permitas que el deseo de grandeza o prosperidad, o el temor de no ser feliz, te
lleven a violar alguno de los mandamientos de Dios. Si permaneces fiel, Dios te
dará más de lo que has soñado. Conságrate a él.
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