Él rescata tu vida del sepulcro y te cubre de amor y compasión; él
colma de bienes tu vida y te rejuvenece como a las águilas. El Señor hace
justicia y defiende a todos los oprimidos.
Salmo 103:4-6
Salmo 103:4-6
No hace mucho
tiempo escuché a una dama hablar fervorosamente respecto a las injusticias que
en el mundo se aplican al sexo femenino. Su vehemencia al hablar la hacía ver
como una mujer apasionada y luchadora por los derechos de la mujer, pero
realmente distaba mucho de ello. En realidad, estaba ensimismada en una lucha
de poder con cuanto varón se le atravesaba en el camino. Con razón tenía dos
divorcios ya en su historial, y la relación entre ella y sus colegas y
compañeros de trabajo era más bien negativa.
He llegado a
pensar que muchas de las llamadas “injusticias contra la mujer”, en realidad,
tienen su raíz en las luchas internas que algunas sostienen con ellas mismas.
Algunas veces se deben a problemas de identidad sin resolver, y para evadirlos
culpamos a los varones de nuestra situación. Para ocultar nuestros complejos de
inferioridad, argumentamos que los hombres nos ven como seres inferiores.
En otros
casos, para esconder nuestra falta de tenacidad para alcanzar los ideales más
elevados, afirmamos que los varones no nos dejan espacio para la superación
personal.
Amiga, en
primer lugar ya sabemos cuál es nuestro origen y eso nos concede un marcado
grado de dignidad. En segundo lugar, tenemos que ser capaces de deshacernos de
todo aquello que está en nuestro pasado y que nos confina a una vida miserable,
haciéndonos sentir de poco valor.
Mujer, las
oportunidades para que seamos grandes son para todos y todas. Dios nos ha
dotado con la misma medida de capacidad a los hombres y a las mujeres.
De igual modo,
espera que seamos lo suficientemente tenaces como para hacer realidad nuestros
logros y metas. El destino final del hombre y de la mujer es el mismo. Lo que
marca la diferencia son los caminos que cada uno tome para llegar a la meta
propuesta por el Señor. “El que se refugia en mí recibirá la tierra por
herencia y tomará posesión de mi monte santo” (Isaias 57:13).
Tomado de Meditaciones Matutinas para la
mujer
“Aliento para cada día”
Por Erna Alvarado
No hay comentarios.:
Publicar un comentario