Lugar: Nueva Zelanda
Palabra de Dios: Salmo 31:3
Cerca
de la costa de Nueva Zelanda había un pasaje peligroso, llamado el Paso
Francés. Los marinos que viajaban por él tenían que mantenerse constantemente
en alerta, por sus corrientes engañosas y las afiladas rocas que se hallaban
bajo el agua.
En
1888, el barco Bandle estaba viajando desde Boston hacia Sídney.
Al
llegar cerca de ese paso, tuvieron un visitante.
-¡Miren
allá! -señaló alguien.
Un
delfín gris azulado saltó fuera del agua, frente al barco.
La
gente que estaba a bordo siguió observando al delfín, mientras nadaba frente a
ellos como para guiarlos. Los marinos decidieron seguir al delfín a través del
pasaje. Y, aunque era una mañana tormentosa, el barco atravesó el lugar con
seguridad hasta el otro lado, sin ningún tipo de problemas.
De
allí en adelante, el delfín recibía a cada barco que llegaba y lo guiaba con
seguridad por el peligroso canal. La gente comenzó a llamar al delfín Pelorus
Jack.
En
1904, un barco llamado El Pingüino se acercó al paso. Un pasajero alcoholizado
disparó una bala a Pelorus Jack. Parecía que no le había pasado nada al delfín,
pero nunca más vino a esperar a ese barco.
Unos
años más tarde, el Pingüino, sin su guía fiel, naufragó mientras atravesaba el
paso. Pelorus Jack continuó acompañando a todos los demás barcos, hasta abril
de 1912.
Tener
un guía confiable puede ser muy útil. Un buen guía te llevará adonde debes ir y
te mantendrá a salvo. El mejor guía que puedes tener es Dios. Todo lo que
tienes que hacer es estar dispuesto a seguirlo a donde él te guíe. ¿Por qué no
unirte al salmista, para proclamar: “Guíame, pues eres mi roca y mi fortaleza,
dirígeme por amor a tu nombre”?
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